Madrid, 2 jun (EFE).- Porque es «un romántico» y porque pasó «una locura de noches» escuchando rancheras y boleros, Diego el Cigala tenía «muchas ganas» de cantarle a México, al que dedica su disco número 14:»Tengo el pálpito -dice- de que será un éxito como ‘Lágrimas negras'», del que se vendieron un millón de copias.
Había grabado en febrero en México la música con «los mejores», es decir, Mariachi Gamma 1000, Trío de Chucho Navarro Jr, La Sonora Santanera, Los Macorinos, Armando Manzanero y el Mariachi Vargas, pero el confinamiento pilló a Diego Ramón Jiménez Salazar en su casa de Punta Cana (República Dominicana) sin haber hecho la voz.
«Me metí en el estudio y lo canté en diez días. ‘Cigala canta a México’ es un disco covid», se ríe el español (1968) sobre el trabajo que sigue a «Indestructible», de 2016.
Es un trabajo, presume, «muy elegante, muy bonito», con un sonido «muy diferente», en el que «la profunda vivencia» del mariachi y el bolero se funden con su alma flamenca.
«Amo a México y escucho desde chaval su música, a José Alfredo Jiménez, Agustín Lara, Vicente Fernández, Chavela Vargas… Los llevo a todos conmigo. Es una locura de noches las que pasó escuchando rancheras y boleros. Son muy románticos y yo soy un romántico. Me gusta la bohemia, pasar la noche tocando y cantando esas letras…», describe.
«Si tú me dices ‘ven'» o «Soy lo prohibido», detalla, son canciones que escuchó en la voz de flamencas como Adela la Chaqueta o Dolores de Córdoba, «que los metían por cuplé, por bulerías… ay la buleritis», bromea de nuevo.
El Cigala incluye en el disco, ya disponible en plataformas digitales, además de esos dos temas, los clásicos «Somos novios», «De qué manera», «Te olvido», «Cenizas», «El gato bajo la lluvia», «Se me olvidó otra vez», «Perfidia», «Vámonos», «Verdad amarga», «La media vuelta» y «Bésame mucho», y están ahí, dice, porque «le hablaban»: «En cuanto cantaba una canción sentía si era uno de los track».
Quiso «reinventarlos» y afirma rotundo que «suenan diferente a todas las rancheras que se han hecho».
«He cogido todo y lo he metido en la ‘turmix’ de el Cigala. Nunca se ha dado el caso llevar la música mexicana con voz flamenca, darle esa cadencia flamenca y ese ‘bolerismo'», se ríe de nuevo.
Del disco le parece «muy especial», «por lo doloroso que es», el tema «Verdad amarga», de Consuelo Velázquez, la que dice «tal vez por alguien llegues a saber/ que todavía te quiero»: «me emociono mucho al cantarla», revela.
También le gustan mucho «Cenizas» y «Somos novios», el primer single del CD, porque, asegura, «suena como la banda sonora de una película de amor de las de mucho llorar, como si fuera ‘Los puentes de Madison'».
«Estoy muy contento y súper orgulloso de este disco. Es increíble lo feliz que estoy. Le doy muchas gracias a Jaime Calabuch ‘Jumitus’, el productor. Sin él no hubiera podido ser. Me dicen que va por los derroteros de ‘Lágrimas negras’ -el disco que hizo en 2003 con Bebo Valdés- y yo estoy muy contento porque creo que podemos repetir ese éxito».
Hará conciertos solo con piano, y en ellos estrenará alguna de las canciones del nuevo disco, y otros acompañado de Diego el Morao y Piraña, «de flamenco puro».
Para las primeras actuaciones con «Cigala Canta a México» habrá que esperar «como mínimo a septiembre» pero lo que es seguro es que está anunciado para el 8 de octubre en el Auditorio Nacional de la capital azteca.
Ha pasado «el ‘confitamiento'», como él lo llama, acompañado de los hijos que tuvo con la fallecida Amparo Fernández: Rafael (15) y Diego (23); y sus «cachorrillos» Manuel y Aurora, de 3 y 2 años, fruto de su relación con la jerezana Quina Méndez.
Del confinamiento ha aprendido, precisamente, a estar más tiempo con sus hijos, porque «no siempre» ha estado presente en su vida, admite.
Amante del «colorao», como llaman los gitanos como él al oro, asegura que sigue en su gusto por los «lingotitos»: «el dinero del futuro va a ser ese y ya vamos fundiendo si hace falta», y suelta una carcajada que «tiembla el misterio».
Por Concha Barrigós.