A lo mejor en las horas que transcurrirán entre la que se escriben estas líneas y la hora en que los lectores pongan sus ojos sobre esto que leen, la cifra de empleos que la imaginación de AMLO, tan pródiga como ajena a cualquier evidencia de realidad, ya subió a los cuarenta, cincuenta o cien mil empleos, pues cuando alguno está convencido de que su palabra obra prodigios como los del Génesis (‘Hágase el empleo’), lo mejor es tratar de aspirar a cotas más altas.
Y es que sin que mediara evidencia alguna el mandatario dijo el viernes que en agosto se habían creado 10 mil nuevos puestos de trabajo, cifra que creció a 15 mil el sábado, lo que nos habla o de que el presidente creyó que se quedó corto o, por el contrario, la noche anterior de alguna manera misteriosa se recontrataron 5 mil personas o se crearon las empresas que generaron esos nuevos puestos, seguro de madrugada.
Pero entre el sábado y el miércoles por la mañana, la imaginación presidencial estaba tan de buen talante y tan activa, que la cifra se duplicó, para que no nos extrañemos que mañana la cifra vuelva a crecer, muy a pesar de los registros del IMSS, que hablan de que entre enero y julio, se perdieron más de 925 mil puestos de trabajo, una nadería si pensamos en esos tres millones que ya proyectó el presidente, que sigue pensando que dar una beca de desarrollo, o decir que se va a dar ese apoyo, significa que está a punto de lograr el ideal keynesiano del pleno empleo.
Esto nos recuerda a un titular de la cartera de Economía local, la Sedec, que cuando las cifras del IMSS y el INEGI hablaban del desplome del empleo en la Entidad, sacaba una tarjeta de su saco y hablaba de que, por el contrario, en ese mes la creación de puestos laborales nuevos se contaba por miles y que sus proyectos harían que pronto se le quedara chica la Población Económicamente Activa que si era de cien mil, no sería suficiente para cubrir las ciento cincuenta mil vacantes.
Un día que alardeaba de esos datos, que también eran ‘otros datos’, una persona le dijo que revisara bien, por si en otro bolsillo del traje no llevaba otra tarjeta con otros tantos miles, lo que le causó la misma gracia que al presidente le causa que la prensa, esos ‘zopilotes’, anden informando de asuntos reales, lo que es evidentemente un atentado contra su alta investidura y, más que eso, a la necesaria fe que le ha de profesar ese pueblo bondadoso que él representa.
Y es que este asunto, como queda de manifiesto, ya es un asunto que no puede plantearse en términos del están con la llamada 4T o contra ella, sino que debe considerarse en términos de si el ciudadano como tal cree que tiene razón el presidente cuando crea empleos de la nada, o dice que la pandemia se domó, o que Calderón es la encarnación del mal en la tierra, o se comporta como un pagano o como aquel impío Tomás que dijo aquello de ‘ver para creer’, que es cosa de gente impía.