Madrid, 11 sep (EFE).- La equiparación de género en la producción cinematográfica en el mundo exige la implementación de políticas públicas, como cuotas para mujeres, defienden las directoras Alicia Scherson, de Chile, y Maria Ramos, de Brasil.
Ambas cineastas, que participan esta semana del ciclo «Modos de hacer: cines y mujeres de América Latina», en la Casa de América, pidieron este miércoles, en declaraciones a Efe, medidas más drásticas para favorecer la igualdad de género en el sector.
«Mientras no haya acciones más violentas, como las cuotas, o la exigencia de la equidad de género, nunca va a conseguirse una paridad total», señaló Scherson.
«Soy favorable a las cuotas para mujeres y grupos minoritarios. Es la manera para evolucionar más rápidamente», afirmó Ramos, directora de «El proceso», película que cuenta la destitución de la ex presidente brasileña Dilma Rousseff.
Scherson y Ramos coinciden que en los últimos años las mujeres conquistaron un mayor espacio en el cine latinoamericano, gracias al avance de las nuevas tecnologías, la mayor oferta de escuelas de formación, el menor coste para la producción y una mayor movilización política.
Al mismo tiempo, reconocen que son pocas las que son grandes referentes y que están en posiciones de poder y visibilidad, como en los grandes premios, jurados de festivales y en las noticias internacionales.
Como ejemplos, citan los números de mujeres participantes de los principales premios de los dos últimos principales festivales de cine. En el Festival de Cannes de este año solo cuatro mujeres compitieron por la Palma de Oro en una selección de 21 películas. En el Festival de Venecia, también fueron dos, frente a diecinueve realizadores masculinos.
«Todavía estamos en una etapa intermedia, en la que se ha aumentado la participación femenina en la base, pero todavía no en las cúpulas», dice Scherson, que atribuye el actual momento al «machismo estructural», que reserva a los hombres los espacios de decisión.
La directora de cine argentina Lucrecia Martel, presidente del jurado del Festival de Venecia este año, fue nombrada por las dos directoras como una de los pocas referentes en escala global. Entre los países latinoamericanos en los cuales la mujeres han ganado protagonismo, ambas destacaron a Argentina, Chile y Brasil.
«Hay grandes directoras, tanto de documentales, como de ficción, surgiendo en la América Latina, en la dirección, fotografía, edición, en todo. En Brasil, hay una nueva generación que emerge, con nombres como Marilia Rocha y Júlia Murat.», ejemplifica Ramos.
Como dificultades adicionales, y que afectan a los cineastas latinoamericanos de ambos géneros, las dos directoras critican las políticas públicas de los presidentes de sus países, Sebastián Piñera, de Chile y Jair Bolsonaro, de Brasil.
En el caso chileno, Scherson critica los recortes de Piñera en el fondo de fomento estatal para el audiovisual, que incluye cine y televisión, que «siempre fue muy pobre», según ella, pero que «ha permitido hacer unas pocas películas año a año».
«En general, los gobiernos de la Nueva Mayoría (coalición de centroizquierda) iban aumentando poco a poco el fondo. Y los gobiernos de Piñera nunca lo han aumentado, sino que han hecho muchos recortes», afirma Scherson, también profesora de la Universidad de Chile.
Según Ramos, las políticas de Bolsonaro sobre el cine, especialmente para la agencia estatal reguladora, la Ancine, hacen el país «volver para la Edad Media».
Además, calificó de «censura» el «filtro moral» que el mandatario quiere poner a ese organismo y rechazó su intención de nombrar un director «terriblemente evangélico» para su dirección.
«La Ancine, que nació con una propuesta de dar diversidad a lo que es el Brasil, está en riesgo. La ideología de Bolsonaro y de su entorno acaba con la posibilidad de hacer arte, cinema, televisión, y cualquier otro tipo de comunicación con ética. Estamos viviendo bajo la censura», afirmó Ramos.