Aguascalientes.- De acuerdo a estudios a cargo de investigadores de la UNAM, la falta de sueño contribuye a la obesidad.
Los requerimientos laborales o sociales hacen que las personas duerman más tarde o despierten más temprano, lo cual tiene consecuencias negativas en la salud.
De acuerdo a un análisis de la relación entre los relojes biológicos y el metabolismo, y cómo se producen patologías cuando no están sincronizados, se ha concluido que la obesidad no sólo tiene que ver con la conducta alimenticia o el sedentarismo, también contribuyen factores como la falta de sincronicidad en las actividades diarias y los ciclos de luz y oscuridad en el ambiente.
Por lo tanto la privación de sueño, los trabajos nocturnos o de 24 por 24 horas, son estresores que contribuyen a esa condición.
Sin embargo los requerimientos laborales o sociales hacen que se duerma más tarde o se madrugue más de la cuenta, dejando de lado lo que el reloj biológico requiere.
Previo a las conclusiones que afirman que la falta de sueño favorece a la obesidad, se han realizado investigaciones con animales, específicamente con ratones.
La obesidad es una condición patológica que conlleva muchos problemas de salud y detrimento de la calidad de vida de las personas.
La privación aguda de sueño afecta la tolerancia a la glucosa y la respuesta a la insulina, de manera que el metabolismo responde de manera inadecuada.
Cuando esa situación es sostenida, durante años de trabajo nocturno o desveladas, las consecuencias pueden ser más graves.
Algunos de los experimentos han consistido en hacer una intervención cronoterapéutica en ratones silvestres –a los cuales se ha inducido obesidad con una dieta alta en grasas– consistente en retirarles alimento durante el día, porque son animales de hábitos nocturnos. Con esa acción que propicia que el metabolismo energético se centre en las horas de oscuridad, se evita que los animales ganen peso y se genera una respuesta favorable a la glucosa.