CIUDAD DE MÉXICO, (EL UNIVERSAL).- En el marco del mes de presidencia de México en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, el canciller brindó un discurso sobre el tráfico de armas.
«El tráfico ilícito y desvío de armas pequeñas y ligeras es una amenaza a la paz y seguridad internacionales. Se trata de un fenómeno global que afecta gravemente a la población civil, propicia la violencia, genera desplazamientos de personas que desean escapar de contextos de seguridad.La ONU ha hecho muchos esfuerzos, pero son insuficientes. Acuerdos como el Protocolo contra el tráfico ilícito de armas de fuego, el tratado sobre el comercio de armas y labores específicas del Consejo Seguridad para monitorear el tema de los embargos de armas, muestran la disposición de abordar integralmente este reto. Sin embargo, es importante integrar al sector privado en estos esfuerzos. Los actores privados, deben contribuir con acciones de regulación a fin de frenar el desvío de armas que comercializan para asegurarse que las armas no lleguen a manos criminales.
Cada día, alrededor de 500 personas pierden la vida y 2 mil quedan heridas por disparos de armas de fuego en el mundo. En América Latina, las cifras son mayores que en zonas de conflicto armado.
En alusión al impacto desproporcionado que el tráfico de armas tiene sobre las mujeres y niños y niñas; más de 8 mil han muerto o quedado mutilado por armas de fuego. Hay que reconocer, las repercusiones de género derivadas del desvío y tráfico de estas armas, incluyendo violencia sexual.
¿Qué mejor manera de prevenir conflictos armados que evitando el tráfico de armas pequeñas y ligeras?
Mientras crece la violencia, las compañías productoras y distribuidoras de armas mantienen ingresos abundantes y en ascenso.
Si no hubiera disponibilidad casi ilimitada, la mayoría de conflictos tendrían más oportunidad de soluciones pacíficas. Los conflictos en Myanmar, Somalia o Yemen, subraya, serían muy diferentes si hubiera mayor control de armas transfronterizo.
Sobre la demanda que presentó México contra armerías en Estados Unidas por las prácticas negligentes, éstas generan problemas en otras poblaciones. Generan daños graves para nuestras sociedades y, para el gobierno mexicano, este litigio es una cuestión de principio y una obligación moral por los daños causados a las familias, así las armas estén clasificadas como ligeras.
La primacía de la ONU y el Tratado sobre el Comercio de Armas, entre otros, son, claros ejemplos de que la comunidad internacional ha mostrado su disposición de abordar integralmente este reto.
Es en el contexto del Consejo de Seguridad, debe haber deliberaciones serias sobre impacto del desvío y tráfico de armas, así como decisiones que podrían impulsar la cooperación y un mayor compromiso y fortalecer los compromisos ya emprendidos.
No basta con que el Consejo promueva esquemas de gestión de armas, es imperativo entender el ciclo de vida de las armas, incluyendo intermediación, transferencia y destino final de las armas, a fin de identificar riesgos y evitar que caigan en manos equivocadas.
Se requiere de un compromiso todos los actores relevantes, a fin de que los países sean capaces de redoblar esfuerzos hacia la paz y desarrollo sostenibles.
México hace un «contundente llamado» para que se establezca y mejore el monitoreo de las armas. En ese sentido, señala como clave «animar a los sectores privados a establecer mecanismos de autorregulación para evitar propiciar el tráfico ilícito de sus productos».