México, 30 jul (EFE).- La capital mexicana es una de las ciudades del continente americano con mayor número de museos. Uno de los más peculiares se encuentra en las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que albergan una exposición permanente centrada en la lucha contra el narcotráfico.
A través de una decena de salas temáticas se muestran una infinidad de objetos relacionados con el desempeño del Ejército en contra de la producción y el comercio de drogas.
Este recorrido comienza con un mural en el que aparecen las diferentes actividades que desarrolla el Ejército contra el narco. Se trata de una pintura que se va renovando según avanzan las tecnologías en el combate contra el crimen organizado.
«En este mural también se plasman los dos enervantes que se cultivan en México: la amapola y la marihuana», dicen a Efe fuentes de la Sedena.
La primera de las secciones del museo está destinada a la historia de los estupefacientes, con el fin de ofrecer un contexto inicial de la problemática.
«Las culturas más antiguas del mundo, como la romana, la griega, la egipcia o la china, ya utilizaban las drogas, aunque lo hacían con fines religiosos», indican las fuentes.
La marihuana habría llegado al actual territorio mexicano tras la conquista española (1521), pero no se trajo con fines psicotrópicos sino como parte de la industria textil del cáñamo, relativamente común en la Península Ibérica.
En cambio, la amapola se introdujo mucho más tarde, a inicios del siglo XX, a través de la mano de obra china que arribó a México para participar en la extensión de la red ferroviaria.
UN AMPLIO RECORRIDO
Pero más allá de la historia de las drogas, en el Museo del Enervante existen otros contenidos. También se realiza un repaso a las formas productivas y de transporte empleadas por el narcotráfico, cuyos dirigentes llegan a esconder dichas sustancias en artesanías, en frutas o en libros.
No obstante, en esta exposición permanente se hace hincapié en la labor del Ejército en su lucha contra el narco, así como en los métodos de destrucción de las plantaciones o las formas de control del tráfico de drogas.
Incluso se menciona la capacidad tecnológica de los cárteles para producir psicotrópicos, ya que las autoridades no solo han hallado laboratorios de gran relevancia sino también casos de amapola o marihuana modificadas genéticamente para aumentar la producción.
Sin embargo, esta lucha es compleja, al contar con implicaciones criminales, legales, técnicas y sociales. Entre estas últimas se debe mencionar el caso de los campesinos que viven del cultivo de la marihuana y la amapola.
Para evitar que continúen con esta actividad o que se queden sin sustento tras la destrucción de las plantaciones, el Gobierno ha implementado programas para que se siembren otros productos, como maíz, frijol u hortalizas.
«Al principio son aceptados, pero se producen muchas situaciones para que sigan surtiendo el producto inicial, como presiones por parte de las organizaciones delictivas», dicen en Sedena.
Es un poder de los cárteles que se ha querido mostrar en el museo, al destinar un espacio a los materiales incautados a los narcotraficantes, incluyendo armas de la más diversa índole, joyas o, incluso, animales disecados de gran porte.
«En esta sala intentamos explicar que este tipo de lujos y egocentrismos son la forma errónea en la que los narcotraficantes intentan darse a conocer y demostrar su poderío respecto a otros narcotraficantes», explican las fuentes.
UNA MUESTRA CON HISTORIA
Este museo fue creado en 1985 como una «Sala de enervantes», un lugar de «adiestramiento del personal militar». En este espacio se explicaba «cómo eran las drogas y cómo podían ser encontradas».
Fue en 1985 cuando el Ejército implementó los puestos de seguridad militar en las carreteras con el fin de hallar psicotrópicos en los vehículos. Una circunstancia que requirió que el personal militar necesitara formación específica para poder identificar las diferentes sustancias.
Años más tarde, en 2002, se elevó el rango del lugar al de museo y se activaron las 10 salas existentes actualmente.
Sin embargo, se trata de una exposición permanente que no está abierta al público. Solo se permite el acceso al personal militar o a «estudiantes de nivel universitario, cuya formación se oriente al problema del narcotráfico».
Hoy por hoy, el narcotráfico sigue golpeando a México, lo que acaba generando graves problemas vinculados con la salud y la inseguridad.
Pese a ello, se van consiguiendo avances en la lucha contra este problema. Una labor en la que también está involucrado el Ejército, que desde 1976 ha visto perder la vida de 1.057 de sus efectivos en este compromiso.
A todos ellos se les rinde homenaje en el museo mediante una placa en la que aparecen sus nombres. «Lo que más nos pesa en el Ejército mexicano es la pérdida de los compañeros», concluyen las fuentes.