México, 4 feb (EFE).- Oreja para el español Enrique Ponce y otra para el mexicano Joselito Adame en la decimoquinta corrida de la Temporada Grande de la Plaza México, donde el también mexicano José Mauricio saludó al tercio en el quinto toro del festejo.
Se lidiaron reses de Fernando de la Mora de desigual presentación. Salvo primero y sexto, nobles y con trasmisión, los toros fueron mansos en general. El encierro convocó a más de 30.000 personas en el coso de la Ciudad de México.
La presencia ya confirmada de Enrique Ponce, en sustitución del peruano Andrés Roca Rey, y Joselito Adame para la segunda Corrida de Aniversario de la Plaza México, el miércoles 5 de febrero, da continuidad a lo acontecido en el festejo de este lunes.
Ambos matadores rozaron la puerta grande y solo el buen juicio de la autoridad lo evitó.
No mantuvo el juez de plaza el nivel de exigencia toda la tarde, ya que la oreja de Joselito Adame, en el tercer toro, la concedió tras una faena inexistente y entre los pitos de gran parte de la plaza que acompañaron en la vuelta al ruedo al torero mexicano.
Con el que abrió plaza, y a pesar de una fuerte petición del segundo apéndice, el palco se mantuvo firme y no otorgó el aldabonazo a Enrique Ponce.
Una oreja es un premio más que suficiente, pues Ponce desarrolló una labor atropellada y despegada a un toro con clase y nobleza, teñida por momentos de codicia, pero de escasa fuerza.
Tan falta de mando fue la faena, que por momentos el de De la Mora, a pesar de su ausencia de poder, atropelló al torero valenciano, que debió corregir posición para no ser arrollado.
Afeada su labor por parte del público, Enrique Ponce citó al natural cruzado con la muleta desmayada y, mientras ejecutaba las tandas más puras que se le han visto por La México en años, le gritaba a los aficionados desafiante «así es, así es».
Tras estos dos brillantes pasajes de muleta, sobre todo el segundo, volvió a desplegar su toreo de circulares, incluida la «poncina», desluciendo la embestida del animal.
Mató de una estocada y la petición de las dos orejas fue mayoritaria.
Se jugó el español la puerta grande en el cuarto de la tarde, un manso que mostró emoción en todos los lances, empleándose en una gran vara de Juan José Palomares.
Aguantó el varilarguero la embestida nerviosa del toro llegando de lejos con furia.
Se equivocó Ponce al torearlo a media altura y querer siempre templar cuando el toro, en todo momento, demostró tener trasmisión por bajo. Se fue de vacío por ello.
Antes había llegado la oreja de Adame, por una fea faena arrimándose sin torear a un toro sin fuerzas, que anclado en el suelo solo podía ser una figura inerte ante las constantes demostraciones de valor de Joselito.
El trofeo fue tan exagerado, que pesó en la decisión de no darle la segunda oreja en el que cerró plaza.
Buena faena al postrero de Adame. Dos tandas ligadas de pases hondos, de derecha, precedieron a una serie de naturales que empezó despegando, pero que fue ciñendo hasta dejar un pase en redondo de enorme calidad, temple y mando.
Solo al final perdió el clasicismo gracias al que se vio la clase del toro de Fernando de la Mora. Mató de una casi entera y descabelló. La decisión de no facilitar la puerta grande generó una protesta de los tendidos.
José Mauricio hizo por tercera el vez el paseíllo con todos los focos puestos sobre su persona tras sus dos puertas grandes seguidas esta temporada en la Plaza México. Tuvo en suerte el peor lote. El quinto desarrolló pronto sentido y prendió sin consecuencias dos veces a Mauricio.
Éxito de convocatoria en la Plaza México con un cartel que en su casi totalidad estará pasado mañana haciendo el paseíllo en este mismo albero. Borja Ilián