Guadalajara (México), 10 jul (EFE).- El llano grande que inspiró al escritor mexicano Juan Rulfo se revistió de sembradíos de aguacate y frutos rojos que han traído cambios ambientales y deforestación en municipios del sur del estado mexicano de Jalisco, denunciaron este miércoles a Efe expertos.
En el sur de este occidental estado -cuna del autor de «El llano en llamas»- ha sido explotado por las autoridades locales y federales como uno de los lugares idóneos para la producción del llamado «oro verde», junto con el estado de Michoacán.
Desde el año 2000 a la fecha, el sur de Jalisco, que abarca 26 municipios, ha sido una de las regiones más dinámicas en el cultivo de aguacate junto con el vecino estado de Colima, debido a que las condiciones agroecológicas hacen propicio el cultivo en la zona.
Estos cambios son visibles en el paisaje que Rulfo describió en sus cuentos como una gran planicie.
Los alrededores de poblados como San Gabriel (del que se cree, era originario), Sayula o Tuxcacuesco se llenan de sembradíos de árboles aguacateros y de las lonas que protegen los invernaderos de berries, afirma a Efe uno de los pobladores.
«Antes se iba a San Gabriel y se veía el llano grande, como le llamaban, con unas zonas grandísimas de verde. Y ahora lo que se ve son las grandes terracerías compuestas por la vegetación de estos cultivos y de grandes extensiones de invernaderos», señala Francisco Orozco, un joven poblador de Sayula.
Orozco fue uno de los testigos del alud de lodo que se metió a decenas de casas en San Gabriel en junio pasado luego de una fuerte tormenta.
Los pobladores acusaron a la tala indiscriminada para instaurar los huertos de aguacate de causar esta fuerte inundación.
Un visión parcialmente compartida con especialistas, quienes atribuyeron este suceso a factores como los cambios de uso de suelo y la deforestación, pero también a los recientes incendios en la zona.
Ricardo García, coordinador del departamento de geofísica del campus sur de la Universidad de Guadalajara, asegura a Efe que los cultivos aguacateros se asentaron en tierras que eran sembradíos de caña o maíz o terrenos agropecuarios.
Y la promesa de comercializar «oro verde» -como se conoce al aguacate en la región- llevó a los ejidatarios a cambiar de cultivos.
Desde su llegada a la gubernatura, el hoy exmandatario estatal Aristóteles Sandoval (2013-2018) fomentó el crecimiento de estos huertos para convertir a Jalisco en un «gigante alimentario».
Especialmente con la producción de aguacates y frutos rojos certificados, con la intención de exportarlas a Estados Unidos.
Alejandro Macías, especialista en el tema por la Universidad de Guadalajara (UdeG), detalló en el libro «La agroindustria del aguacate» que en el año 2000 Michoacán concentraba 82,7 %, pero el porcentaje disminuyó con los años beneficiando a Jalisco.
A partir de 2005, productores provenientes de Michoacán instalaron sus huertas en municipios como Zapotlán el Grande, Gómez Farías, Concepción de Buenos Aires o San Gabriel.
Las más tecnificadas han registrado «rendimientos hasta de 32 toneladas por hectárea, muy superiores al promedio en los principales municipios de Michoacán», aseguran los especialistas.
Un estudio dado a conocer por el diario local NTR revela que entre 2003 y 2017 la siembra de aguacate en Jalisco pasó de 1.260 hectáreas a 28.833 hectáreas, 45 % sobre bosques y selvas.
Pese a este crecimiento solo se entregaron permisos para sustituir 660 hectáreas, por lo que el proceso de cambio de suelo fue ilegal en 95 % de la superficie, destaca esta noticia que cita al Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco.
El experto en geofísica Ricardo García afirma que los cambios de uso de suelo deben ser «supervisados por las instancias estatales y federales para que cumplan con los planes de ordenamiento del territorio» y no causen problemas ambientales.
«Es una falta de respeto al patrimonio cultural y natural de los que habitamos la región en aras de una modernidad mal entendida. A la región rulfiana nos han robado la tierra, el llano grande cargado de vida y magia en algunos años va a mutar y vamos a ver un sitio árido y desértico», lamenta Orozco.