Londres, 14 ene(EFE).- Cuando el crítico de cine Alexander Walker (1930-2003) era un joven periodista, observó de lejos -y en silencio- cómo Picasso dibujaba retratos en la servilleta de un bar.
Setenta años después de conocerle, el artista malagueño se convierte en uno de los grandes protagonistas de la nueva exposición sobre la colección de Walker, presentada este martes en el Museo Británico.
«Walker amaba a Picasso. Siempre decía que le hubiese encantado tener alguna de sus pinturas, pero se le salía de presupuesto», contó a Efe, entre risas, la comisaria Catherine Daunt mientras recordaba cómo fue la primera vez que el crítico conoció al pintor.
«Le vio en varias ocasiones sentado en un bar del Festival de Cannes, dibujando retratos de la gente de su alrededor en servilletas. Pero nunca se atrevió a acercarse a él. Seguramente le veía como un artista grandioso, alguien inalcanzable. Así que simplemente se sentaba y le observaba», relató Daunt.
Entre los trabajos de artistas como Henri Matisse, Lucian Freud, Bridget Riley, David Hockney o Vija Celmins, en la pared del museo cuelga un dibujo de 1903 de Picasso que marca el comienzo del desarrollo del cubismo.
«Este dibujo es especialmente importante porque supone el inicio del movimiento artístico que abrió las puertas al arte moderno, por eso hemos decidido incluirlo en la muestra», explicó.
Además de Picasso, la exposición cuenta con un dibujo de Joan Miró, que se suma a la lista de artistas españoles que formaban parte de la colección personal de Walker, entre los que también se encuentran Eduardo Chillida, Miquel Barceló y Antoni Tàpies.
Compuesta por 22 piezas, «Vivir con arte: de Picasso a Celmins» es una pequeña recopilación de la amplia colección de Walker que, en total, está formada por más de 200 cuadros y dibujos y fue donada íntegramente al Museo Británico tras la muerte del coleccionista.
El recorrido, que abarca el periodo de 1908 a 2002, aglutina algunas de las obras que marcaron un punto de inflexión en la pintura del siglo XX y tiene como hilo conductor las creaciones que supusieron una transición en la trayectoria de los diferentes artistas.
Así, la pieza de Hockney titulada «Chico de la selva» da muestra del giro del estilo del autor hacia un tono más humorístico, o un dibujo a carboncillo por Philip Guston, por el que Walker pagó 40.000 dólares, aporta pistas de la que fue su predilección posterior por el tema del Ku Klux Klan.
«Tenía un particular interés por los bosquejos porque le gustaba conocer cuál había sido el proceso creativo de la obra y consideraba que eran una aproximación más íntima al artista», relató la comisaria.
Entre uno de los bosquejos expuestos, se encuentra un dibujo de Henri Matisse en el que se aprecia a una mujer «pacíficamente» contemplando una pecera.
«Al igual que la mujer miraba a los peces, Walker miraba a su colección de arte. Sentía paz al ver sus cuadros», apuntó.
Coleccionista por placer, el crítico de arte recopiló cientos de piezas a lo largo de su vida que almacenó en su piso en Maida Vale, en el oeste de Londres.
«Muchos comisarios coinciden en que había una cierta locura en su forma de coleccionar. Tenía dibujos y cuadros por todos lados, en la cocina, en el baño, en el suelo… «, pormenorizó Daunt.
Esta muestra itinerante, que es gratuita y está abierta al público hasta el 5 de marzo de 2020, posteriormente se embarcará en un viaje por diferentes centros del país, hasta terminar en la Galería Nacional de Irlanda, en mayo del 2021.
«Me gustaría recalcar que esta exposición no es solo para aquellos interesados en Alexander Walker, sino para todos aquellos que quieran ver piezas de arte potentes», sostuvo la experta.
«La muestra es una extraordinaria fotografía de la historia del arte y es una oportunidad de aprendizaje para los visitantes», concluyó la comisaria, que reconoció el «orgullo» que supone para el museo poder contar con dicho legado.
Por Claudia Böesser