México, 21 dic (EFE).- México está cerca de terminar el 2019 como el año más violento de su historia en la vorágine de una ola criminal que se arraiga en gobiernos pasados y resquebraja la estrategia de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador.
«Si, es el año más violento», reconoce Juan Carlos Montero, un experto en seguridad y profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey, a Efe aunque rebate las interpretaciones que se pueden dar a estas estadísticas.
Con 31.688 asesinatos en los primeros once meses, un 2,7 % más comparado con el periodo similar de 2018, hay un consenso general de que 2019 se convertiría en el más violento desde que iniciaron los registros en 1997.
Con los resultados que están a la vista «se puede poner en duda la estrategia» del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien el pasado 1 de diciembre celebró el primer año de su gobierno que terminará el 30 de septiembre del 2024, admite Montero.
No obstante, precisa, «tampoco se puede negar el discurso de López Obrador al señalar que (los niveles de violencia) son parte de una tendencia que no inició hace un año, sino que tiene más de una década».
El más reciente caso de Genaro García Luna, exsecretario de seguridad del presidente Felipe Calderón que fue detenido en Estados Unidos por presuntos vínculos con un cartel de las drogas ha llevado al gobierno a anunciar una depuración de las instituciones de seguridad para descartar complicidades.
Según cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2018 cerró con 33.743 víctimas de homicidio doloso, una trágica cifra que ha ido a aumentando año con año.
Pues según este mismo registro -que ha cambiado de metodología en años recientes- en 2015 el número de asesinatos fue de 17.886.
LA ESTRATEGIA PRESIDENCIAL
El mandatario mexicano insiste en que su gobierno heredó de los gobiernos anteriores el «problema serio» de la inseguridad y la violencia y reitera su confianza en que la estrategia que aplica su gobierno pronto dará resultados.
El centro de la estrategia ha sido la creación de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) y de la Guardia Nacional que al 17 de diciembre ya ha movilizado a 74.437 de los 150.000 elementos que espera desplegar para 2021.
Con los resultados en la mano, se podría afirmar que la estrategia no está funcionando aunque Montero sostiene que al mismo tiempo tendría que reconocerse que la inseguridad «es un problema cuyas raíces no son de un año».
«No se puede responsabilizar al gobierno actual», sostiene este experto al señalar que algunos medios de prensa critican duramente al gobierno sin que esto refleje, necesariamente, un agobio o un desencanto por parte de la sociedad.
«No me parece que socialmente haya un desencanto hacia el tema de seguridad», asegura el experto al opinar que López Obrador cuenta, peses a los magros resultados, con un amplio margen de legitimidad después de un año de haber asumido la presidencia.
El proyecto de seguridad del gobierno mexicano considera que la paz y la tranquilidad y además de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y la Guardia Nacional privilegia el uso de la inteligencia sobre el uso de la fuerza para combatir al crimen organizado.
Promueve entre los cuerpos de seguridad un respeto irrestricto a los derechos humanos, pretende recuperar y dignificar las cárceles para terminar con el control que ejercen grupos criminales en su interior.
López Obrador mantiene en su discurso que la seguridad es la asignatura pendiente de su gobierno aunque insiste que el problema se dejó crecer al declararle la guerra al narcotráfico que fue como «un garrotazo a lo tonto al avispero» que todavía «nosotros estamos padeciendo».