Madrid, 18 jul (EFE).- En la vida o se es cursi o se es flamenco, decía Jean Cocteau, y lo camp, según explica Susan Sontag en su libro «Camp. Notes of fashion», es lo opuesto a lo primero. Es un cinismo dulce, un artificio natural, un «demasiadismo» divertido que podría abarcar de Rosalía a Lady Gaga pasando por Jaime de Mora y Aragón.
Que el camp, lo camp, está de moda y no solo en la ídem sino en la cultura en general lo valida el Metropolitan (MET) de Nueva York, que ha elegido para su exposición anual una reflexión, a través de 250 objetos desde el siglo XVII hasta la actualidad, sobre un concepto que es una forma de pensar, vivir y vestir.
En esa exposición, en la sección «Gender without Genitals» (género sin genitales), se incluye un traje nupcial de Alejandro Gómez Palomo, «Palomo Spain», en el que el cordobés, que firma la ropa de la cantante Rosalía, elimina la distinción de sexo, una prenda «no binaria» apta tanto para el novio como para la novia.
«Yo entiendo el camp como todo aquello que es divino por su propia naturaleza, sin ser impostado y sin ser demasiado pensado. Creo que además es un ejercicio de libertad, de rehuir de los binomios con los que siempre hemos entendido la vida en general», explica el modisto en declaraciones a EFE.
Es, añade, «una especie de código secreto», como decía Sontag, un concepto en el que hay «mucho de retórica, de ironía, de ‘smart humour’, de belleza y de artificio, pero siempre de forma muy natural y auténtica, aunque parezca todo lo contrario».
«Muchas cosas en el mundo no han sido nombradas y muchas cosas, incluso si han sido dotadas de nombre, nunca han sido descritas. Una de ellas es una sensibilidad inequívocamente moderna, una variante de la sofisticación que ha dado en llamarse ‘camp'», explica Sontag (1933-2004) en su libro, en torno al que se articula la exposición del MET, abierta hasta el 8 de septiembre.
Lo más glorioso y divertido de la exageración, el amor por la desmesura y el postureo caben en la aproximación que hace la muestra, en la que Mozart, El Greco y Dostoievsky no desentonarían y no entrarían, por ejemplo, Beethoven, Rembrandt o Flaubert.
Sontag escribió «Camp» como una respuesta al movimiento del Pop Art, especialmente a Andy Warhol, obsesionado con ella tras la publicación del libro y que con su fijación con «Miss Camp», como la llamaba, «solo» consiguió convertirla en una de sus superstars.
«El camp es el placer de los pequeños triunfos, la metáfora de la vida como teatro, un cinismo dulce», se «vengaba» por anticipado Sontag en su libro.
El MET ha elegido para su cartel un flamenco inequívocamente rosa, porque el rosa es el color favorito de lo camp, recreo de adultos consentidos que gozan con el humor vintage.
Patología de la abundancia; burla del lujo; el dandismo de la cultura de las masas; un absurdo estético que parece deseable; regocijo en el lodazal del chabolismo cultural, Versalles como epítome.. todo eso es o puede ser camp.
Esta exuberancia estética que tiene elementos de ironía, parodia, pastiche, dramatismo y exageración, de extravagancia «over the rainbow», manifiesta siempre una alegría muy lejos de cualquier dogmatismo, lo que en tiempos políticos y sociales turbulentos funciona muy bien como escape.
Camp es el «Lago de los Cisnes», Crivelli, Caravaggio, la pintura manierista, las lámparas de Tiffany, el art nouveau, la Marilyn Monroe de Andy Warhol, Judy Garland, Josephine Baker, Carmen Miranda, el traje-cisne que llevó Bjork en los Óscar o la vida desmesurada del fiestero Jaime de Mora y Aragón (1925-1995).
El hermano de la reina Fabiola contaba que Franco no le había invitado a la boda de su nieta Carmen y que él se apostó en su coche camino de El Pardo, perfectamente «chaqueado», con el capó abierto y unas manchas de grasa en la camisa.
Cuando los invitados «de verdad» pasaban a su lado le saludaban y él se señalaba la camisa en signo de «comprenderéis que así no puedo ir», un perfecto resumen de la «exhibición exageradamente discreta», del cinismo bien humorado que es lo camp.
Por Concha Barrigós.