Bogotá, 11 may (EFE).- El mundo del circo vive sus peores días pero el Hermanos Gasca, varado en Bogotá hace casi dos meses por el confinamiento del coronavirus, se resiste a bajar el telón y confía en que más temprano que tarde el público regresará para darle vida al espectáculo.
Los motores de esta quijotada son Raúl y Martín Gasca, la cuarta generación de hermanos de una familia circense mexicana que metió sus vidas en una carpa para llevar alegría al mundo.
«El circo está pasando por la peor crisis de su historia porque el circo para vivir necesita público, necesita que vengan las familias, que vengan los niños, que compren una boleta. Hoy en día eso es imposible», dice el polifacético Raúl a Efe, mientras dirige desde el borde de la pista un ensayo que luego se transformó en un show virtual.
Lo de polifacético lo justifica el mexicano de 41 años porque un día puede ser payaso, maestro de ceremonias o uno de los siete motociclistas -una de ellas mujer- que en el «globo de la muerte» hacen piruetas a gran velocidad.
LA CARPA EN ESPERA
De momento, las 120 personas que se arropan bajo la carpa azul del circo de los Hermanos Gasca comparten la misma preocupación y es saber cuándo volverán a tener espectadores en vivo, ya que no es solo esperar a que termine la cuarentena, el 25 de mayo, sino a que se les autorice a realizar funciones.
Pese a esa incertidumbre, el Circo Hermanos Gasca mantiene armadas las tribunas en donde los asientos amarillos esperan que la gente vuelva a copar las casi mil localidades disponibles.
A Raúl Gasca le preocupa que los ahorros de la compañía se están acabando, pero lo que realmente le quita el sueño es la incertidumbre de no saber cuándo van a volver a abrir.
«Esperamos con la ayuda de Dios abrir nuestras puertas lo más pronto posible y así seguir haciendo mejor lo único que sabemos hacer, que es circo», subraya Raúl, quien concentra sus esfuerzos en regresar a la actividad pero con presencia de público, aunque ha utilizado la virtualidad para no perder vigencia.
En las redes sociales la aceptación ha sido buena. En una de las primeras presentaciones virtuales lograron casi 800.000 reproducciones y más de 1,3 millones de comentarios.
«Eso nos demuestra que el circo está vivo, que la gente lo sigue esperando y queremos regresar (…) pero con público que es la otra parte esencial del circo», apostilla.
SOLIDARIDAD A MANOS LLENAS
La pandemia del coronavirus ha despertado la solidaridad de muchas personas que ayudan a los menos favorecidos y de eso saben los del circo Hermanos Gasca.
Fundaciones, gente del común, empresarios e incluso pequeños tenderos les han regalado «mucho pan», carne, huevos, dice Martín Gasca, trapecista, acróbata y músico nacido hace 22 años en México.
Martín recuerda especialmente el día en que les regalaron 90 pollos y otro en que les enviaron 60 almuerzos.
Pese a ese respaldo de la gente lamenta que el circo no pueda hacer sus presentaciones que, en el caso de Bogotá, eran dos de lunes a sábado y tres los domingos, y no poder recorrer, como lo hacían antes, Centro y Suramérica.
«Por ahora estamos en Colombia porque Venezuela está difícil», añade sobre otro de los países que solían visitar.
TODO EL MUNDO EN ACCIÓN
Pese a la ausencia de público, la carpa de los Hermanos Gasca no está paralizada.
«Acá los acróbatas preparan sus números, los perfeccionan; los que caminan por la cuerda floja también buscan otras cosas para incorporarlas a sus números, los payasos también y así son todos los que tienen show», dice a Efe Dairibeth Castellanos, una venezolana que junto con su padre y dos hermanos hacen parte de «esta familia» latinoamericana en la que hay además peruanos, chilenos, argentinos y colombianos.
Juan Cebolla, que según la función es trapecista, payaso o motociclista, espera mejores días para el mundo circense, en el que el de los Hermanos Gasca tiene un lugar especial por la calidad de su espectáculo y porque es una de las cadenas más grandes, con 15 carpas, todas al mando de miembros de la familia.
Sin embargo, Cebolla considera que eso no significa nada si el público no puede estar presente en las funciones ya que es la parte que complementa la vida circense.
«El circo se puede hacer a la luz del sol, de la luna, en silencio, sin música, pero hay algo que no puedes hacer y es circo sin público», dice convencido.
Ovidio Castro Medina