Madrid, España.- Fue una de las primeras decisiones que tomó Jacques Rogge cuando llegó a la presidencia del COI en el año 2001: encargar un informe que detallase cuánto dinero necesitaría el organismo para, en caso de que unos Juegos Olímpicos no se celebrasen, sobrevivir cuatro años más hasta los siguientes.
Ese informe encargado por el cirujano belga, que sustituyó en la presidencia del COI al español Juan Antonio Samaranch, fue presentado en 2002 en México ante la asamblea del COI: se calculó entonces que serían precisos 192 millones de dólares. Hoy, tras dos décadas de esplendor económico en el Movimiento Olímpico, esa reserva alcanza los 897 millones, en datos de 2018.
La Fundación del COI es la "reserva primaria de fondos del COI" y su propósito es "cubrir los gastos operativos del Comité durante una Olimpiada en la que no se celebren unos Juegos Olímpicos".
Si los Juegos de Tokio no se disputan finalmente en 2020, una opción que el COI estudiará durante las próximas cuatro semanas, la XXXII Olimpiada (periodo de cuatro años desde la última edición) se cerraría sin Juegos.
Cuando Rogge dispuso que se contemplase financieramente la posibilidad de una Olimpiada sin Juegos, las arcas de la Fundación tenían 140 millones, por lo que el flamante presidente determinó que se traspasaran otros 52 para alcanzar el objetivo propuesto y estar a salvo de cualquier imprevisto.
En aquella misma reunión el que era director de operaciones del Comité, Thierry Sprunger, indicó que el COI estaba dispuesto a gastarse de cuatro a seis millones en una prima de seguros para los Juegos, a cambio de una cobertura de 200.
Pero después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 las aseguradoras no querían "cubrir casos de terrorismo o de guerra" y, si lo hacían, se reservaban "el poder de cancelar el contrato cada 12 meses", detalló Sprunger.
El COI tenía una oferta de una aseguradora que sí cubriría casos de terrorismo o de guerra, pero que triplicaba la prima original.
La Ejecutiva del COI anunció este domingo la apertura de conversaciones para estudiar si se pueden mantener los Juegos de Tokio en las fechas previstas, a partir del 24 de julio, y en caso contrario para determinar a cuándo se aplazarían para eludir los riesgos de la pandemia de coronavirus.
"La cancelación no está en la agenda", señaló el COI en una nota.
Pero un posible aplazamiento tendría también consecuencias importantes en la economía del Comité y de sus socios -comités nacionales y federaciones-, que viven, básicamente y con alguna rara excepción, de los fondos que reparte el COI tras los Juegos Olímpicos. Si estos se retrasan, el reparto de dinero también. Y, por ende, los programas y becas para los deportistas. Habría que tirar de fondos.
Tras los Juegos de Río 206 el COI distribuyó entre los comités nacionales 540 millones de dólares y la misma cantidad entre las federaciones internacionales, de forma ponderada según su importancia.
La impresión expresada por distintas personas cercanas al movimiento olímpico es que el periodo de cuatro semanas fijado por el COI para tomar la decisión sobre los Juegos de Tokio es, sobre todo, "un plazo para renegociar contratos y primas".
El último informe publicado por el COI sobre el estado de sus cuentas corresponde a 2018, año en el que ingresó 2.200 millones de dólares.
El organismo cerró ese año con activos por valor de 4.100 millones de dólares, 2.300 de ellos en activos circulantes.
Según ese último informe económico, el valor razonable de los activos financieros de la Fundación Olímpica fue en 2017 de 929,1 millones de dólares y de 897.051.000 en 2018.
El COI suele publicar en torno al mes de junio las cuentas del año anterior, por lo que aún no se conocen las cifras correspondientes a 2019.
La provisión de fondos que hace el COI a su Fundación está sujeta a estrictas condiciones que los expongan al menor riesgo posible. Entre un 80 y un 100 % debe ser en dólares y nunca puede haber mas de un 70 % en un mismo banco, entre otras restricciones.