Miami, 20 feb (EFE).- Los guatemaltecos Buena Ventura Martín Godínez y Pedro Godínez Aguilar nunca imaginaron que encontrar un futuro mejor para sus dos hijos en Estados Unidos iba a ser tan duro y complicado, aunque lograron algo que pocos inmigrantes consiguen: que él fuera traído de vuelta tras haber sido deportado.
Desde las Navidades pasadas, el matrimonio y sus dos hijos viven en Homestead, una localidad agrícola del sur de Florida.
Es la primera vez que los cuatro están juntos desde que en mayo de 2018 dejaron Huehuetenango, el «segundo municipio más pobre» de Guatemala, dice Buena Ventura a Efe.
LA HISTORIA DE BUENA VENTURA
«No eramos pobres ni tampoco tan ricos», agrega la inmigrante de 30 años, quien cuenta que fueron amenazados por las pandillas que aterrorizan, extorsionan y matan a la gente en su país.
Ella trabajaba como enfermera y él, que hoy tiene 36 años, había trabajado en la municipalidad y regentaba un pequeño centro con conexión a internet frecuentado sobre todo por estudiantes.
Hoy viven en un cuarto alquilado en Homestead y se ganan el pan como jornaleros en el campo mientras su hija de 9 años va a la escuela y el pequeño, que ya cumplió dos años, a la guardería.
Lo que parece un final feliz después de la odisea que comenzó en 2018 cuando dejaron Guatemala en realidad no lo es, pues el caso de inmigración de Buena Ventura aun no está resuelto y tampoco Pedro tiene asegurado que le vayan a dar el asilo político.
En julio Buena Ventura tendrá una última entrevista con un juez de inmigración, dice sin ocultar su preocupación «por las noticias que se escuchan» y «por el presidente» (Donald Trump).
Después de haber vivido la deportación de Pedro, de haber ganado una demanda al Gobierno y logrado que lo trajeran de vuelta y de que él hiciera la llamada «entrevista de miedo creíble» y lograra que aceptasen a trámite su petición de asilo, Buena Ventura suena desbordada cuando habla de que su propio «caso».
«Solo Dios sabe» qué puede pasar, señala.
Buena Ventura agradece la ayuda de la activista de origen nicaragüense Nora Sandigo, que es la tutora legal de su marido y de su hija como de muchos otros cientos de inmigrantes, especialmente niños que son separados de sus padres.
La activista vive también en Homestead, ha recibido numerosos premios por su labor y dirige la Nora Sandigo Children Foundation
SEPARADOS EN EL VIAJE Y TAMBIÉN EN EE.UU.
El matrimonio de Buena Ventura y Pedro cruzó la frontera en 2018 por separado. Cada uno con uno de sus hijos. Ella entró en el mes de mayo con el varón, que entonces era un bebé de meses, y él con su hija, que entonces tenía siete años, dos semanas después.
Ambos fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza.
A Buena Ventura, por el bebé, le dieron un permiso para ir a Homestead, donde tiene unos parientes lejanos.
Él fue detenido y separado de su hija, que acabó en un centro de asuntos sociales en Michigan.
LA HISTORIA DE PEDRO
«Fue algo que me dejó traumado por completo, solo me acuerdo cuando me arrancaron a mi hija de los brazos, no lo he superado, solo me dan ganas de llorar cuando pienso en eso», dice Pedro.
Con ayuda de Nora Sandigo, la niña pudo encontrarse pronto con su madre y su hermano en el sur de Florida.
Pedro estuvo casi ocho meses en la cárcel, primero en Georgia y luego en Texas, y en diciembre de 2018 fue deportado.
El inmigrante no tiene buenos recuerdos. «Me trataron mal siempre, ellos dicen que no se golpea a la gente pero psicológicamente maltratan a las personas».
«El daño psicológico que me ha dejado todo esto es que se me olvidan las cosas», agrega.
Según cuenta, cuando fue deportado tenía un abogado que le dijo: «en el archivo de ICE (el organismo de inmigración) aparece que solicitaste deportación voluntariamente».
«En ningún momento la pedí, fue un error de ICE», señala Pedro, quien demandó y ganó y así pudo regresar de Guatemala el 22 de octubre, pero antes de reunirse con su familia estuvo dos meses detenido de nuevo en Port Isabel, Texas.
TODO POR LOS HIJOS
En todo el tiempo que estuvo «sola» con sus hijos en Homestead, Buena Ventura se «arrepintió» mucha veces de haber dejado su país, donde tiene a su madre y otros familiares.
«Uno viene aquí buscando una mejor vida para sus hijos», dice cuando se le pregunta si no estaba mejor en Guatemala trabajando de enfermera que limpiando matas en los cultivos de Florida.
«Esto es lo que me interesa», que mis hijos estén bien, dice.
A su hija le «afectó bastante la separación» y le costó empezar en la escuela de Homestead.
«Ahora la maestra me ha dicho que volvió la sonrisa de la niña, ella no se concentraba en la escuela y ahora está feliz», subraya Pedro, el cual se siente «feliz y agradecido con Dios y con todos los abogados que me ayudaron».
El sueño americano de Buena Ventura Martín Godínez es poder vivir los cuatro juntos en Estados Unidos y obtener una beca para estudiar con el fin de trabajar algún día como enfermera en este país.