Madrid, 22 ene (EFE).- África, la cuna del Homo sapiens, nuestra especie, alberga más diversidad genética que ningún otro lugar del planeta. Recuperar y analizar sus genomas ancestrales es esencial para reconstruir la historia. Hoy un estudio publicado en Nature arroja un poco más de luz sobre los orígenes de la humanidad.
La investigación, liderada por el genetista de la Facultad de Medicina de Harvard (EEUU) David Reich, es una colaboración internacional en la que han participado los paleogenetistas Carles Lalueza Fox e Íñigo Olalde, del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-Pompeu Fabra) de Barcelona (España).
Los científicos han analizado el genoma de cuatro niños enterrados hace 8.000 y 3.000 años en el emblemático yacimiento de Shum Laka (Camerún), un lugar de referencia para estudiar el centro-este de África desde la Edad de Piedra a la Edad del Hierro, que fue excavado por belgas y cameruneses hace más de treinta años.
El refugio, que fue utilizado repetidamente como cementerio, conservó los restos de 18 individuos (sobre todo niños), algo extremadamente raro de encontrar antes de la Edad del Hierro.
El ADN analizado de los cuatro niños revela, en primer lugar, una ascendencia genética muy diferente a la de los habitantes actuales de la zona, de la que se cree que salieron las lenguas y culturas bantúes -el grupo de idiomas más extendido y diverso en África-.
«Esto sugiere que los hablantes de bantú que viven hoy en Camerún y en toda África no descienden de la población a la que pertenecían los niños de Shum Laka», explica Mark Lipson, investigador de la Facultad de Medicina de Havard y autor principal del estudio.
El hallazgo pone de manifiesto la antigua diversidad genética de la región y demuestra que hubo una población desconocida hasta ahora y «que contribuyó solo con pequeñas proporciones de ADN a los grupos africanos actuales», añade Lipson.
Y es que, igual que en otras partes del mundo, cuando la producción de alimentos -agricultura y pastoreo- comenzó a extenderse por África, provocó numerosos cambios en los grupos de cazadores-recolectores que en gran parte desaparecieron dejando solo su huella genética en las poblaciones actuales.
Prueba de estos antiguos linajes es el hallazgo en uno de los individuos de Shum Laka. Uno de ellos, un chico adolescente, era portador del cromosoma Y más antiguo de la humanidad, «el que está más en la base de todos los cromosomas en la población actual. Este cromosoma se había detectado en algunos habitantes de Camerún pero es la primera vez que aparece en un genoma antiguo», destaca en declaraciones a Efe Carles Lalueza Fox.
Este cromosoma, que hoy en día ha desaparecido, se separó de los demás linajes humanos conocidos hace unos 300.000-200.000 años y ha estado presente en el centro-oeste de África durante miles de años.
Además, los científicos han combinado el estudio del ADN de estos cuatro individuos con otros ADN antiguos de cazadores-recolectores de otros puntos de África (este y sur del continente) y con el genoma de grupos africanos actuales para tratar de reconstruir la génesis de la especie humana en este continente.
Los resultados del estudio contradicen los modelos establecidos hasta ahora que señalan el origen del ser humano en los cazadores-recolectores del sur de África hace unos 200.000 años, y sugieren que el origen del hombre moderno no se limita a un solo grupo sino a varios linajes que son los ancestros de los humanos modernos.
«Nuestro análisis indica que hubo al menos cuatro grandes linajes humanos profundos que contribuyeron a las poblaciones actuales y que divergieron hace unos 250.000 o 200.000 años», afirma David Reich.
Esos cuatro linajes se sitúan en el sur de África, otro en centroáfrica, otro del este (que es el que llevan los humanos que salieron de África al resto del mundo) y un cuarto, llamado «fantasma», porque no hay ninguna muestra antigua ni actual que sea 100 % de este sustrato. «Esta población ya ha desaparecido pero dejó su huella en la especie humana», puntualiza Lalueza Fox.
Para Reich, estos resultados «destacan cómo el paisaje humano en África hace unos pocos miles de años era profundamente diferente de lo que es hoy, y enfatizan el poder del ADN antiguo para despejar el pasado humano detrás de los movimientos de las poblaciones».
Gracias a la genómica, «cada vez tenemos más datos y más información sobre el genoma de las poblaciones antiguas, una información que además es mucho más completa que la que aporta el ADN mitocondrial que, por sí solo, no puede explicar la historia de la población humana».