México, 21 abr (EFE).- Entre carne de animales inusuales e insectos comestibles, los comerciantes del Mercado de San Juan, el de la comida más exótica de la capital mexicana, luchan contra la crisis económica y el miedo causado por el presunto origen de la pandemia en un mercado de Wuhan.
Luces apagadas y vitrinas vacías son el nuevo panorama de la nave de San Juan Pugibet, donde entre sus más de 360 locales destacan los que venden carne de cocodrilo, búfalo, armadillo y hasta león, pero cuyos comerciantes reportan caídas en las ventas de entre 70 % y 90 % en los últimos dos meses.
«No viene gente a comprar, está apanicada, no quiere salir de su casa», cuenta a Efe el carnicero José Luis Díaz, junto a un letrero de «El Norteño», que oferta venado, jabalí, avestruz y bichos endémicos de México, como jumiles y gusanos de maguey.
«De esa parte de lo prehispánico, sí como que la gente ahorita, al comer algún insecto, alguna araña, ya luego luego (de inmediato) se le viene a la mente el coronavirus», agrega el trabajador.
El carnicero se refiere a la popularizada teoría del origen del SARS-CoV-2, el coronavirus que causa la enfermedad de COVID-19, en un mercado húmedo de Wuhan, donde especies tan diversas como perros, pollos, serpientes, murciélagos y pangolines cohabitaban un mismo espacio.
En México, donde hay 8.772 contagios y 712 muertes por COVID-19, se ha vuelto viral el chiste de la «sopa de murciélago» para hablar del inicio de la pandemia.
UN PATRIMONIO HISTÓRICO
Sin embargo, a diferencia del sitio comercial de Wuhan, San Juan no es un mercado húmedo, explica Adrián Álvarez, un joven con un puesto de insectos entre los que destacan escorpiones, gusanos, cucarachas y saltamontes endémicos de México.
El comerciante afirma que todos los animales que vende son 100 % comestibles porque los antiguos pueblos indígenas los comían antes de la llegada de los españoles.
Además, asevera que «no son de criadero» y pasan por 15 días de desinfección desde que se recolectan en su hábitat natural, en el campo.
«El chapulín, las hormigas chicatana y el chimicuil son animales que se comen desde hace siglos, o sea, desde la época de los aztecas, ellos se alimentaban a base de puro insecto y de vez en cuando comían carne o marisco, pero su mayor alimentación eran los insectos», expone.
Por ello, el joven lamenta que la crisis del coronavirus haya alejado a los turistas que suelen visitar el Mercado de San Juan, uno de los más famosos de los 329 declarados como «Patrimonio Cultural Intangible» por el Gobierno de Ciudad de México.
TRAGEDIA ECONÓMICA
Desde que se declaró la emergencia sanitaria por coronavirus, el 30 de marzo, el Gobierno federal suspendió actividades no esenciales para evitar los contagios, aunque los mercados de alimentos se consideraron indispensables.
En la alcaldía Cuauhtémoc, en el centro de Ciudad de México, se han implementado restricciones para que solo ingresen 25 personas al mismo tiempo a un mercado.
Ante esta situación, Álvarez invita a los ciudadanos a preferir estos negocios locales en lugar de las cadenas de supermercados.
«Si van a comprar un producto de necesidad esencial, como es comida o cualquier otra cosa así, les recomiendo que se animen más a ir a los mercados públicos, que son los que más padecemos», argumenta.
Esta opinión la comparte Benjamín Díaz, el dueño de una carnicería cercana que vende carne de animales comunes, como pollo y cabrito, junto a la de otros exóticos o prehispánicos, que surte en especial a restaurantes y hoteles, que ahora están cerrados por la contingencia.
«Es una parte fundamental en la vida alimentarse, entonces, por norma los mercados no pueden cerrar», menciona.