Lima, 28 jul (EFE).- La victoria de José Gerardo Ulloa en la prueba masculina de ciclismo de montaña, dos horas después de la de su compañera Daniela Campuzano en la carrera femenina, hizo del imponente Morro Solar de Lima un coto exclusivo de México.
Pero este cerro coronado por decenas de antenas de televisión, por un Cristo y por un monumento al soldado desconocido registró un resultado esperanzador para el ciclismo sudamericano, el bronce de un chileno de solo 19 años, Martin Vidaurre, que pasó por alto su puesto 143 en la clasificación mundial para lograr su mejor resultado en categoría absoluta.
Todo estaba escrito para que ganase el oro de los Juegos Panamericanos el brasileño Henrique da Silva Avancini, tercero de la lista mundial UCI, el único entre los 25 primeros presentes en Lima.
Pero pinchó.
Iba segundo y en las cuatro primeras vueltas había marcado el mejor o el segundo mejor tiempo. En la quinta sufrió el incidente y firmó el decimosexto parcial. Recuperó para mantener la segunda plaza, pero del oro tuvo que olvidarse.
Ulloa ganó tras invertir 1 hora, 25 minutos y 3 segundos, tiempo inferior en 2 minutos y 4 segundos al de Da Silva y en 2:28 al de Vidaurre.
El mexicano, bicampeón panamericano, campeón de los Juegos Centroamericanos y Caribe de Barranquilla 2018 y campeón de los Juegos Olímpicos de la Juventud, añadió otra línea a su brillante currículum.
Su sexta plaza en la Copa del Mundo disputada en Andorra a principios de este mes, un puesto no alcanzado por ningún mexicano antes, anticipó que llegaría a los Panamericanos en excelente forma.
«Me sentí cansado desde el principio, se corrió muy rápido», dijo el guanajetense de 22 años. «Perseguimos a Martín desde el comienzo, todos sabemos que es un corredor muy explosivo».
«Avancini tuvo sus fallas mecánicas, traté de mantener la diferencia y logré la medalla. Pensé que la carrera se iba a disputar en las últimas vueltas», agregó, aún fatigado tras dar siete vueltas al circuito de 600 metros de piedra y arena desplegado por el Morro Solar de Lima
Da Silva Avancini llegó a meta resignado con su mala suerte
«He hecho lo mejor que podía dadas las circunstancias», dijo.
Pero quien se mostró exultante fue Vidaurre, convencido ahora de que una exigente concentración en Friburgo (Alemania) de tres meses ha dado sus frutos.
«No es tan fácil como se ve. No sé si la gente ve todo lo que hay que dejar de lado: estudiar, el colegio, los amigos, la polola (novia)… Pero al final se refleja, es lo que me gusta hacer», afirmó convencido.
El santiaguino vio a Da Silva llegar pinchado y no se permitió un segundo de confianza.
«Henrique va a volver, pensé. Preferí asegurar un tercer lugar. No quería perder esa medalla», reconoció.
«Hay mucho corredor bueno. Salí a jugármela y a hacerlo lo más inteligente posible porque, aunque no lo crean, esto tiene que ver con la cabeza», afirmó.
El argentino Catriel Andrés, plata en Toronto 2015, fue hoy decimoquinto y el colombiano Héctor Leonardo Páez, oro en Guadalajara 2011, acabó cuarto pero a más de dos minutos del podio.
Natalia Arriaga