México, 7 ago (EFE).- Mariana no conoció lo que era un orgasmo hasta después de haber cumplido 30 años. Muchas veces por vergüenza, o por no hacer sentir mal a su pareja, cerca del 45 % de las mujeres en Latinoamérica prefieren no sentir placer ni explorar qué les gusta a nivel sexual.
«Mi primer orgasmo me lo provoqué yo misma. Fue como si todo mi cuerpo fuera a explotar de tanto placer, la piel se me erizó y creo que hasta grité, fue todo un viaje», asegura este miércoles a Efe la mujer, en el marco del Día Internacional del Orgasmo Femenino, que se celebra el 8 de agosto.
Para Mariana, el único acceso a información sexual era a través de su madre, quien si bien le había hablado de cómo cuidarse y qué significaba el sexo, jamás le habló del orgasmo.
Por eso no sabía ni lo que era y cuando oía hablar a amigas de ello, por vergüenza no se atrevía a decir que nunca había tenido uno.
El orgasmo, explica Paulina Millán, directora de investigación del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex), es un concepto complejo, pero que se puede definir de manera fisiológica como una «serie de contracciones que se dan alrededor de los órganos sexuales».
Esta sensación, dijo, dura algunos segundos, pero es tan subjetiva que no puede tener una definición general. «Es como si quisieras describir el placer que te da un estornudo», manifiesta Millán.
Entre los principales beneficios que tiene, están que mejora el sueño, baja los niveles de ansiedad, empodera a la mujer al saberse dueña de su cuerpo, fortalece el sistema inmunológico y sirve de analgésico.
La especialista, explica que el poco conocimiento que tienen las mujeres de su cuerpo y la idea en regiones como Latinoamérica de que es algo malo y sucio, incide en que muchas reporten no haber tenido nunca un orgasmo.
De acuerdo con un estudio realizado por el organismo, en México 5 % de las mujeres dijeron no haber sentido nunca un orgasmo, mientras que 25 % solo lo experimenta entre 1 y 2 veces de cada 10 relaciones sexuales que tienen, por debajo del promedio latinoamericano que es cercano al 45 % sumando toda la problemática.
Además, cerca del 42 % de las mujeres prefiere fingir un orgasmo a decirle a su pareja que no está sintiendo placer o que no ha llegado a él.
Esto, dice Millán, tiene diferentes razones «ya sea que no quieran hacer sentir mal a la pareja, solo por querer complacerla, por estar cansada o porque tienen prisa para acabar».
A decir de la doctora María Murgia, psicóloga, sexóloga y sexoterapeuta, existen diversos factores relacionados con el orgasmo.
En algunas mujeres, afirma, el uso de antidepresivos pueden tener efectos inhibidores, sin embargo, en su gran mayoría las causas por las que una mujer no logra un orgasmo suelen estar relacionadas con factores socioeducativos y psicoemocionales.
«Hemos vivido en un contexto donde la represión de la sexualidad, femenina sobre todo, es la constante», asevera.
A muchas mujeres, detalla, se les ha impedido autoconocerse por ser algo pecaminoso, y existen cargas psicológicas como la vergüenza y la culpa.
«Aún hoy en día, y sobre todo en países latinoamericanos, es común que una mujer adulta jamás haya revisado su vulva o confunda esta con su vagina», indica.
Además, dice, la deficiente educación de la sexualidad ha mermado el placer tanto de hombres como de mujeres «no hay comunicación ni expresión de los sentimientos».
«Se ve al hombre como el dador del placer y las mujeres llegan al encuentro sexual llenas de tabús, sin conocer lo que realmente les causa placer», explica.
Al respecto, Mariana recuerda que no fue sino hasta después de sus 30 años que logró tener un conocimiento de su cuerpo, gracias a que se encontró con una pareja que le dio confianza y le permitió descubrirse.
«Aunque no es un hombre muy experimentado, siempre busca la manera de hacerme sentir bien, me pregunta qué me gusta y él me enseña a tocarme y conocerme, a hacerlo sin vergüenza y sin culpa. Eso fue de gran ayuda», manifiesta.
Ambas expertas afirman que lo más importante es que la mujer busque conocerse y se quite la idea que está mal. Además, es necesario que haya comunicación con la pareja y, si se requiere, buscar ayuda profesional.
«Es indispensable reconocer que tengo derecho a sentir placer, buscar el equilibrio entre dar y tomar en una relación y ampliar los niveles de criterio y consciencia», finaliza la doctora Murgia.