Madrid, 12 dic (EFE).- Con casi 25 metros de largo y 150 toneladas de peso, las ballenas azules son el animal más grande del planeta pero ¿por qué no son más grandes?. Este jueves, un estudio publicado en Science explica que el tamaño de estos grandes mamíferos viene determinado por el equilibrio entre su mecanismo de alimentación y el tipo de alimento que ingieren.
El trabajo, que esta semana ocupa la portada de la revista científica estadounidense, es resultado de una colaboración internacional coordinada por el biólogo de la Universidad de Stanford Jeremy Goldbogen y por el conservador de fósiles marinos del Smithsonian’s National Museum of Natural History, Nicholas Pyenson, y en el que ha participado Patricia Arranz, del grupo de Biología, Ecología Marina y Conservación de la Universidad de la Laguna (Santa Cruz de Tenerife).
Para averiguar por qué estos animales son tan grandes -en algunos casos superan a los dinosaurios más pesados que hubo en la Tierra-, los científicos registraron las pautas de alimentación de catorce especies de cetáceos diferentes, desde los más pequeños, como las marsopas, que miden un metro y pesan unos 50 kilogramos, hasta las grandes ballenas azules.
Los científicos analizaron más de 10 000 registros de alimentación de estos animales desde Groenlandia hasta la Antártida, hasta donde migran las grandes ballenas en busca de bancos de plancton (pequeños organismos que viven en la columna de agua) y de krill (pequeños crustáceos) del continente helado.
La ingente recogida de datos se hizo con unas marcas digitales DTag no invasivos que fueron adheridas al lomo de los animales mediante ventosas que durante unas horas registraron los movimientos de los animales y sus sonidos «que nos dicen si están comiendo y dónde, y también cómo lo hacen: si están rotando, saltando o engullendo una bola de plancton», explica a Efe la bióloga española.
Estos registros permitieron a los científicos calcular cuánta energía dedica cada especie de cetáceo en obtener su alimento y cuáles obtienen mejores resultados en función del esfuerzo dedicado.
Así, constataron que las ballenas que se alimentan por filtración, como las azules o las jorobadas, son las de mayor tamaño gracias a una estrategia de alimentación que les ha permitido convertirse en los animales más grandes del planeta que jamás han evolucionado en la Tierra.
El estudio demostró, por primera vez, que su gigantismo es el resultado de la combinación de dos factores: la gran abundancia de plancton que hay en el planeta, y la eficiencia de su mecanismo de alimentación basado en «grandes bocanadas de agua marina que contienen toneladas de alimento de una sola vez y que, además, supone una ingesta tremendamente calórica frente a la que obtienen los cetáceos con dientes que solo ingieren una sola presa cada vez que cazan», detalla Arranz.
De hecho, cada año las ballenas hacen migraciones de miles de kilómetros para conseguir estas grandes agregaciones de alimento, porque estos grandes viajes «les compensan», concluye la doctora en Biología.
Por el contrario, las cetáceos dentados como los cachalotes, las orcas o los delfines, tienen una forma de alimentación totalmente distinta: «cazan una presa cada vez, presas, como los calamares, que primero tienen que perseguir para dar caza, y que a veces no compensan el esfuerzo energético requerido para la inmersión a varios cientos de metros de profundidad», explica Arranz.
«La relación entre la ganancia y uso de energía revela la eficiencia de la búsqueda de alimento de las ballenas y eso da pistas de por qué son grandes y por qué no lo son aún más», concluye Goldbogen.