Miami, 30 ene (EFE News).- La NASA despide este jueves su telescopio espacial Spitzer después de 16 años al servicio de la astronomía, desvelando un universo oculto por los rayos infrarrojos como los siete planetas del tamaño de la Tierra alrededor de la estrella Trappist-1.
«Es bastante impresionante si piensas sobre todo en lo que ha conseguido Spitzer en toda su vida, desde detectar asteroides en nuestro sistema solar no mayores que una limusina hasta enseñarnos algunas de las galaxias más lejanas de las que conocemos», comentó Michael Werner, uno de los científicos del proyecto.
Spitzer, que comenzó a observar el espacio en 2003, es uno de los potentes telescopios que explora el mundo más allá del ojo humano, entrometiéndose en las diferentes frecuencias del espectro electromagnético, como lo hacen el Hubble, Compton o Chandra.
Se centra en las ondas infrarrojas, las cuales pueden revelar diferentes características del universo como aquellos elementos demasiado fríos para emitir luz visible, incluyendo los exoplanetas, las enanas marrones (estrellas con masa insuficiente para brillar) o la materia fría que se encuentra entre astros planetarios.
La luz infrarroja es invisible al ojo humano, pero algunas de sus ondas pueden atravesar nubes, gases y polvo, unos elementos que la luz visible no puede.
«El telescopio Spitzer nos ha enseñado la importancia que tiene la luz infrarroja para entender nuestro universo, tanto nuestro propio vecindario espacial como las galaxias más lejanas del universo», manifestó Paul Hertz, director de astrofísica de la NASA, en un comunicado.
La nebulosa Tarántula fue uno de los primeros cuerpos celestes que el telescopio observó, una región del espacio donde se encuentra una de las estrellas más estudiadas de la astronomía, 1987A, que explotó en una supernova con la fuerza de 100 millones de Soles durante meses a 168.000 años luz de la Tierra.
Cinco veces se había prolongado la misión original del Spitzer, que se planeó hasta que se agotaran sus reservas de refrigerantes, lo cual sucedió en 2009.
Estas componentes buscaban que transbordador se mantuviera por debajo de una temperatura determinada que permitiera detectar las ondas infrarrojas.
Sin embargo, al estar tan alejado del sol los expertos pudieron seguir utilizando el Spitzer y su jubilación se planificó para 2018, cuando se lanzaba el telescopio espacial James Webb, que finalmente se retrasó y le dio más tiempo de vida útil a Spitzer.
Su sucesor, James Webb, también observará el espacio a través del espectro infrarrojo a partir de marzo de 2021, aunque un informe de la Oficina de Supervisión del Gobierno de EE.UU. (GAO) señaló recientemente que es altamente probable que se retrase su lanzamiento debido a «desafíos técnicos».
«El proyecto estima que solo hay un 12 % de probabilidades de que se cumpla la fecha programada. La NASA planea revelar la fecha del lanzamiento en primavera de 2020», precisa el informe.
En 2018 la NASA estableció un presupuesto para la construcción y lanzamiento del telescopio de 9.700 millones de dólares, lo que supondría 828 millones de dólares más de lo que se presupuestó en 2011 para el proyecto.