Decían los antiguos: mal fario, pero traducido a tiempo actual suena peor: iniciamos mal el año 2022 por la espeluznante cifra de seis suicidios al hilo.
Cinco hombres y una mujer decidieron ya no seguir viviendo y las causas, en muchos de los casos, se las llevaron a la tumba.
No se puede imaginar la desesperación y la tristeza que invade en estos momentos a sus familiares y amigos, pero el luto debe sentirlo también a nosotros como sociedad, que lamentablemente vemos cómo ocurren estas tragedias y ya se nos hacen cotidianas, ya no causan impacto y mucho menos sorpresa.
El año anterior se registraron 171 suicidios, una cifra que nos pone a pensar sobre los motivos que tendrían esos hombres y mujeres, entre ellos senectos, en edad productiva, jóvenes, adolescentes y hasta niños que decidieron terminar con su vida y nadie tiene una respuesta satisfactoria.
Lo único que se infiere de este tipo de noticias es que nada, ni nadie, ha puesto realmente el dedo en la llaga para detener estas muertes, que colocan a Aguascalientes, una vez más, entre los Estados donde se registran más cantidad de este tipo de fallecimientos.
Ni Gobierno, ni autoridades de salud, ni psicólogos, ni psiquiatras, nadie, ha podido descifrar qué ocurre en la mente de estas personas que toman tan drástica decisión.
Una voz autorizada en el tema, el especialista Héctor Grijalva, menciona que los suicidios ocurren generalmente por la violencia social y doméstica que se padece en Aguascalientes, que a su vez causa, esto lo decimos nosotros, desintegración familiar, alcoholismo, drogadicción, depresión y toda una gama de problemas que hacen sentir al afectado que ya no hay un camino por recorrer.
¿Valentía o cobardía? Nadie lo puede saber, porque no estamos en los zapatos y mucho menos en la mente de quienes logran el fatal objetivo, esto sin contar con quienes lo intentan y quedan seriamente lastimados o con secuelas, además del sentimiento de no lograr lo que realmente buscan, que es morir.
Dicen los que saben que también la pandemia de Covid ha venido a trastornar mentalmente a mucha gente, pues ha habido pérdida de seres queridos, desempleo, confinamiento, miedo, desesperación, pero sobre todo incertidumbre de no saber qué vendrá ni cuándo terminará este problema global de salud.
Lo que tenemos a la mano, gubernamentalmente hablando, no ha cubierto ni las expectativas ni las necesidades de estas personas que cuando son detectadas con tendencias suicidas deben recibir atención psicológica, pues es una gran cantidad de enfermedades mentales las que se tienen que estudiar de raíz para tratar de medio entender las razones por las que una persona decide ya no seguir.
Pero mientras tanto, seguiremos sumando cifras a la lista fatal, lamentablemente, pues este año apenas empieza.