CIUDAD DE MÉXICO, junio 20 (EL UNIVERSAL). –
El sumergible «Titán», desaparecido el domingo con cinco personas a bordo y a cuya búsqueda se abocan la Guardia Nacional de Estados Unidos, ayudado por fuerzas canadienses y la empresa dueña, OceanGate, tenía graves problemas de seguridad que reportó un empleado. Pero en vez de atender sus preocupaciones, fue despedido, reporta la revista estadounidense The New Republic (TNR).
Documentos judiciales obtenidos por TNR revelan que el empleado, David Lochridge, piloto de sumergibles, fue despedido de OceanGate en 2018, tras expresar sus temores, incluyendo el de que, contrario a lo que proclamaba la empresa, el sumergible no estaba hecho para descender a 4 mil metros de profundidad.
Los temores de Lochridge, director de operaciones, salieron a la luz y OceanGate lo despidió y demandó por revelar información confidencial sobre el «Titán». Pero el experto contra demandó, alegando despido improcedente, dado que su puesto en la empresa significaba que los temores de seguridad que había expresado y que se dieron a conocer, tenían razón de ser.
En su contrademanda, Lochridge se quejó de que, en lugar de abordar sus preocupaciones, fue despedido «con la intención de silenciarlo y evitar abordar los problemas de seguridad y control de calidad».
La contrademanda, explicó TNR, incluye algunos de los riesgos de seguridad que encontró Lochridge. El más importante era el peligro potencial para los pasajeros una vez que el «Titán» alcanzara profundidades extremas.
OceanGate afirma en su página web que «Titán» puede descender hasta 4 mil metros. Su misión es viajar hasta donde están los restos del barco trasatlántico «Titanic», que se hundió en 1912 y quedó a una profundidad de 3 mil 800 metros. La empresa ofrece viajes turísticos y de investigación, a un costo de 250 mil dólares por persona.
Sin embargo, Lochridge encontró defectos visibles en las muestras finales de carbono para el «Titán», y que los constantes ciclos de presión provocarían desgarros del carbono. Pero el defecto más grave era otro.
Mientras trabajaba en su informe, Lochridge solicitó información al director de ingeniería sobre el diseño de la ventana del «Titán» y los resultados de las pruebas de presión a dicha ventana. La información le fue denegada.
Además, Lochridge estaba especialmente preocupado por «las pruebas no destructivas realizadas en el casco del ‘Titán'», pero «se le dijo repetidamente que no se podía escanear el casco ni la Bond Line para comprobar si había delaminaciones, porosidad y vacíos de suficiente adherencia del pegamento utilizado debido al grosor del casco». También se le dijo que no existía ningún equipo que pudiera realizar una prueba de ese tipo.
En enero de 2018, la gente de OceanGate convocó a una reunión con Lochridge, con el director general, el director de recursos humanos y el director de ingeniería. Allí se enteró de por qué le habían negado el acceso a la información.
De acuerdo con la contrademanda obtenida por TNR, Lochridge fue informado de que la ventana de la proa del sumergible sólo estaba construida para una presión certificada de mil 300 metros, aunque OceanGate pretendía llevar a los pasajeros a profundidades de 4 mil metros.
OceanGate, señala el documento, se negó a pagar para que el fabricante construyera un mirador que cumpliera con la profundidad a la que querían llevar al «Titán».
Lochridge denunció además que se utilizaron «materiales inflamables y peligrosos en el sumergible», pero cuando insistió sobre el tema, terminó por ser despedido.
TNR señala que el caso entre Lochridge y OceanGate no avanzó mucho más, y unos meses después las dos partes llegaron a un acuerdo.