Greg Barret y Fátima Flores de Lira, convencidos de querer compartir sus vidas por el resto de su tiempo, acudieron al templo de San Antonio de Padua para unirse en santo matrimonio.
Acompañados por sus respectivos padres, padrinos y demás allegados, los novios se presentaron en el sacro recinto y al pie del altar principal ocuparon los lugares preferenciales que tenían destinados para ellos.
El sacerdote preguntó a Greg y Fátima durante el ritual matrimonial si estaban dispuestos a amarse y a respetarse como esposos, así como a recibir con amor a los hijos que Dios les mande, a lo que contestaron afirmativamente, aceptándose como esposos.