Londres, 19 ene (EFE).- El príncipe Enrique y su esposa, Meghan Markle, romperán formalmente la próxima primavera sus lazos con la monarquía británica para cumplir su deseo de ser «económicamente independientes», pero tienen a la vista lucrativos contratos incentivados por su popularidad.
Aunque se desconocen algunos detalles del acuerdo alcanzado por la Familia Real, la reina Isabel II, que hoy acudió muy sonriente a la iglesia en su finca de Sandringham (este inglés), dijo anoche que se ha hallado una solución «constructiva» que respalda los anhelos de su nieto, sexto en la línea de sucesión al trono.
«Enrique, Meghan y (su hijo) Archie siempre serán miembros muy queridos de mi familia», afirmó la soberana de 93 años, que aseguró conocer «los retos que han experimentado como resultado del intenso escrutinio» al que han sido sometidos en los últimos dos años.
En un gesto hacia su nuera, en su comunicado se declaró «particularmente orgullosa de lo rápido que Meghan se ha convertido en una más de la familia» y apuntó que todos los familiares esperan que el consenso forjado «les permita construir una nueva vida feliz y tranquila», seguramente en Canadá.
Como parte del pacto de lo que la prensa llama el «Megxit» o salida de los duques de Sussex de la Firma (como se conoce a la Casa Real británica), la pareja renunciará a recibir fondos públicos -no así a la paga procedente a nivel privado del príncipe Carlos- y al título de Sus Majestades (aunque conservan los de duques), puesto que ya no serán miembros de la realeza en activo.
Según el Palacio de Buckingham, «se apartarán de los compromisos reales, lo que incluye actos militares», por lo que Enrique será despojado de sus cargos en el Ejército.
Con el beneplácito de la Reina, están autorizados a mantener el patrocinio a nivel privado de distintas organizaciones que respaldan y, aunque no pueden representar formalmente a la soberana, la pareja «ha dejado claro» que todo lo que hagan respetará sus valores.
El príncipe, de 35 años, y la exactriz estadounidense, de 38, devolverán los 2,4 millones de libras (2,81 millones de euros) de dinero público usados para reformar su mansión de Frogmore Cottage en Windsor (afueras de Londres), que seguirá siendo su hogar cuando estén en el Reino Unido aunque, de acuerdo con la prensa, pagarán alquiler.
El comunicado real no aclaró quién asumirá el coste de la seguridad de la pareja, que planea vivir entre el Reino Unido y Canadá, donde ella ya residió y actualmente se encuentra con su bebé, pero se entiende que los Gobiernos británico y canadiense están en conversaciones al respecto.
Otro interrogante que se plantea es qué estatus fiscal y migratorio tendrán y si ella finalmente adquirirá la nacionalidad británica, lo que requeriría que viviera un mínimo de días al año en territorio británico.
El acuerdo sellado por la cúpula real será revisado dentro de un año para ver si todas las partes continúan conformes, señala hoy la BBC.
Los duques, que causaron un gran revuelo al anunciar hace unos días en su nueva página web que querían desmarcarse de la monarquía, patentaron el año pasado la marca Sussexroyal, pero se desconoce si podrán usarla ahora que ya no son «royal».
La prensa especula con que en adelante la pareja podrá cerrar lucrativos contratos con editoriales, productoras de televisión y cine o, en el caso de Enrique, para dar charlas sobre los temas que le interesan, como la protección de la vida silvestre.
Se dice que pueden convertirse en una «pareja poderosa» al estilo de Michelle y Barack Obama, que han firmado también un acuerdo con Netflix, cuyo jefe de contenidos, Ted Sarandos, ha declarado a la agencia británica PA que estaría igualmente «interesado» en los Sussex.
En otra indicación de lo que podría ser su futuro, la semana pasada «The Times» publicó que Meghan, que se hizo conocida por su papel en la serie «Suits», ha puesto voz a un proyecto de Disney y destinará el dinero obtenido a Elefantes sin fronteras.
Precisamente «The Mail on Sunday» difunde este domingo un revelador vídeo que muestra a Enrique diciéndole al director de «El Rey León», Jon Favreau, en el estreno de la película en Londres en julio que su esposa está «disponible» para hacer locuciones de voz (tras haberle dicho lo mismo al consejero delegado de Disney, Bob Iger).
La marcha de Enrique y Meghan supone un golpe para la monarquía británica, que pierde a dos populares miembros y depende ahora del efecto rejuvenecedor de Guillermo, segundo en la línea sucesoria, Catalina y sus tres hijos para afianzar su continuidad.
El «Megxit» recuerda otro caso, más grave, en la historia reciente del Reino Unido, cuando el rey Eduardo VIII (tío de Isabel II) abdicó del trono en 1936 a fin de casarse con la estadounidense doblemente divorciada Wallis Simpson, lo que causó una crisis constitucional.
Por Judith Mora