Horas negras está viviendo el presidente Andrés Manuel López Obrador… otra vez.
Apenas medio se había apagado el fuego causado por la revelación de los lujos en los que vive su hijo mayor, contrario a todo lo que su padre predica, además de su eterno pleito contra los comunicadores, quienes una y otra vez le han pedido que cese sus ataques, cuando otro escándalo viene a salpicarlo, si bien no directamente, sí a alguien muy cercano a él.
Quien ahora está en el ojo del huracán es nada menos que el fiscal general de la Nación, vamos, el abogado del país, quien está metido en un lío familiar de tráfico de influencias, espionaje y un desvío millonario, y si todo marcha conforme a la ley tendrá que ser investigado.
No es la primera vez que Alejandro Gertz Manero se ve involucrado en una polémica, pues a lo largo de su carrera política ha ocupado puestos de gran relevancia y con administraciones priístas, panistas, perredistas y ahora morenista; uno de sus mayores yerros fue proponer eliminar la figura del feminicidio, y ahora por encabezar casos contra Emilio Lozoya, ex-director de Pemex, pero también contra los catedráticos del Conacyt, un caso que se considera perdido porque los quieren castigar por criticar a sus dirigentes, por lo que parece ser, aunque no se ha comprobado lo contrario, que para mantenerlos bajo investigación les endilgaron varios delitos.
Por el lado que se le quiera ver, al fiscal de la Nación lo persigue una sombra que podría afectar directamente al Presidente, quien una y otra vez sale a respaldarlo, como cuando lo hacía con el ahora ex-senador Félix Salgado Macedonio que estaba acusado de ser violador y que no logró la candidatura para el Gobierno de Guerrero, pero ahora es el poder detrás del trono de la gobernadora Evelyn Salgado, su hija.
El jefe del Ejecutivo tiende, de siempre, a defender a sus amigos y a atacar a sus enemigos, aunque éstos hayan sido en algún momento gente cercana a él, como la ex-titular de Sedesol, Rosario Robles, quien fue una de sus más cercanas colaboradoras y a quien mantiene en la cárcel por un delito similar al que se le acusa a Gertz, o como la congeladora en la que metió a su incondicional de años, Ricardo Monreal, suponemos que para cerrarle el paso a ser presidenciable.
Pero lo que le achacan a Gertz Manero lo debería obligar, por ética, a presentar su renuncia, pues tiene en la cárcel a dos integrantes de su familia política, y es que con el poder y el dinero se pierden lazos, hasta sanguíneos, pues prevalecen todos los intereses.
Ahora, no es poco el caso de espionaje en el que está involucrado, pues la aparición de audios en los que se escucha que manipuló a jueces de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para verse favorecido en el juicio contra su parentela debería ser motivo suficiente para cesarlo de su cargo.
Y si se comprueba lo que se presume que pasó en la Universidad de las Américas Puebla, de la que fue rector desde 1995 hasta 2018, que es el desvío de millonarias sumas a cuentas bancarias a nombre del fiscal y de sus familiares en México y en el extranjero, no debería ser cesado, sino encarcelado, lo que se ve poco probable teniendo al Presidente de su lado.
Andrés Manuel López Obrador se la vive apagando fuegos, pero también creando incendios, pues cuando el pleito no es con empresarios, con sus adversarios, con sus antecesores o con la prensa, siempre encuentra a alguien con quien estar en desacuerdo, aunque esos encontronazos le quiten tiempo a su labor que es la de gobernar un país, a sus ciudadanos, sin que importe su afiliación partidista, mientras la Nación se desangra poco a poco por tantos frentes de guerra abiertos.