Guadalajara (México), 4 dic (EFE).- El español Antonio Muñoz Molina quiso explorar en su nueva novela el inevitable paso del tiempo y el mundo de los recuerdos, por lo que en «Tus pasos en la escalera» no podía faltar una de las experiencias que más le cambiaron la vida: presenciar los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
«A mí me ha influido mucho, me ha afectado mucho y mucho», contó con la mirada apenada el escritor, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013, entrevistado por un reducido grupo de medios, entre ellos Efe, durante la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en el oeste de México.
Cuando sucedió el ataque contra las Torres Gemelas, Muñoz Molina se encontraba en Manhattan, Nueva York, ciudad en la que residía y donde años después presidiría el Instituto Cervantes local.
«Me afectó de muchas maneras, me enseñó algo que solo está en los libros y que es la fragilidad de las cosas; el estar en un sitio donde de pronto ocurre algo completamente inaudito y la normalidad queda cancelada», relató.
Además, se dio cuenta de cómo lo extraordinario puede llegar a convivir con la rutina, dado que en el norte de Manhattan, donde se encontraba Muñoz Molina, «parecía que todo era normal, mientras que unas calles más abajo el mundo se estaba acabando».
«Siempre me acordaré de ver a un tipo que estaba haciendo ejercicio por la calle con total normalidad», explicó.
A medida que se acercó a la Zona Cero, quedó impresionado por el silencio que se impuso en una ciudad tan bulliciosa, la desaparición de una imagen tan cotidiana como era ver las dos torres bajando por Union Square y el olor muy fuerte a «ceniza y a carne podrida porque los cuerpos de las víctimas habían sido pulverizados».
Pero sobre todo le invadió «una sensación de precariedad muy grande» por la impotencia de no saber qué hacer ante esa emergencia y la enorme incertidumbre sobre lo que iba a pasar después.
Es el mismo recuerdo que tiene grabado a fuego Bruno, el protagonista de «Tus pasos en la escalera», quien deja atrás la vida en Nueva York y se avanza con la mudanza a Lisboa, donde prepara su nuevo hogar a la espera de que llegue Cecilia, su esposa que se quedó en Estados Unidos preparando el traslado de su proyecto científico.
Actualmente, el novelista andaluz (Úbeda, 1956) vive a caballo entre Madrid y Lisboa junto a su mujer, la reconocida escritora Elvira Lindo, por lo que la capital portuguesa tampoco podía faltar en este libro.
«Me gusta escribir cosas que sean retratos de la vida, de experiencias fundamentales de la vida. En Nueva York puedes vivir dependiendo del dinero que tengas. Antes se podía vivir dignamente pobre, pero ya no», relató.
En cambio, Muñoz Molina descubrió que en un barrio de Lisboa, una ciudad tan cosmopolita como pueblerina, puedes llevar «un vida tranquila y humana, una vida vecinal y comer bien», y es un entorno adecuado para construir un refugio, aunque todavía le falta un elemento, el que Bruno espera largamente.
«Las personas necesitamos un amparo, un refugio. Los seres humanos aguantamos mal la intemperie y el refugio más eficiente es el del amor», subrayó el escritor.
EL FIN DEL MUNDO
A medida que pasa el tiempo en la capital portuguesa, la soledad y los recuerdos de Bruno inclinan la historia de amor hacia una novela de suspense psicológico, como presagia la primera frase del libro: «He venido a esta ciudad a esperar el fin del mundo».
«El proceso de creación literaria consiste en hacer consciente lo inconsciente, hacer aflorar algo que está en la inconsciencia. Si tienes un mínimo de conciencia social o ambiental, no puedes ignorar la mezcla de crisis ambiental y social que vive el mundo», relató.
Y es que la elaboración de la novela estuvo influida por las alarmantes noticias de la ola de calor en Europa durante el verano de 2018, período en el que transcurre la narración.
«Eso tiene como un sonido apocalíptico pero fines del mundo ha habido muchos. Cuando un asteroide se estrelló contra la Península de Yucatán hace 65 millones de años, cuando una comunidad indígena ha sido eliminada o cuando una especie animal desaparece», profundizó.
¿Puede la literatura cambiar conciencias? Muñoz Molina cree que sí, pero advirtió que nunca debe usarse como una herramienta de propaganda: «La literatura no se hace con ideas o ideales, se hace con palabras y personajes».