En la Sierra Tarahumara, a 1,420 metros sobre el nivel del mar, se encuentra el pueblo de Témoris en el municipio de Guazapares en el Estado de Chihuahua, colinda con el noreste de Sinaloa.
Desde la puerta del vagón del Chepe, capto la imagen de la barranca Septentrión que tiene una profundidad de 1,600 metros y ahí corre el río del mismo nombre que forma parte de la cuenca del río Fuerte.
El túnel 49 del tren Chepe, con una extensión de 937 metros, también conocido como el túnel La Pera, realiza una vuelta de 180 grados dentro de la montaña, es un giro en “U” en ascenso o descenso según sea el destino, con una altura de recorrido de 30.48 metros.
En esa parte las vías del ferrocarril alcanzan tres diferentes niveles de altura.
La cascada Velo de Novia rompe su largo y blanco llanto en las rocas. Así ha sido por siglos y apenas la puedo ver por unos minutos.
Cuando el Chepe pasa por ese bello lugar, los rieles crujen ante las toneladas de peso del tren.
Témoris es una de las estaciones de tren más espectaculares del mundo.
Las caras de asombro del grupo de jóvenes italianos que se asoman por las ventanas panorámicas tratando de ver todo de arriba a abajo, así como la alegría de la madre e hija alemanas que no dejan de fotografiar el lugar, y la familia hindú que sonrisa en rostro apunta con sus índices hacia la cascada, me hacen reaccionar y bajo la cámara fotográfica, aprecio en silencio el paisaje.
Finalmente, no hay lente que logre atrapar tanta belleza de la naturaleza.
Recién acaba de llover y hay charcos. Huele a tierra mojada y de las hojas de los árboles escurren gotas. Lamento no tener una taza de café en este momento.
El silbato suena, los vagones se jalonean, se escucha la arrítmica campana de la máquina, lanza una bocanada de diésel quemado y giran las ruedas sobre el acero.
Una brisa me pega en la cara y la humedad empaña el lente de mi vieja cámara Nikon.