Con una solemne misa de cuerpo presente que provocó un lleno en el santuario de Guadalupe, familiares, amigos y clientes despidieron a Max con un emotivo “¡hasta pronto”.
“Despedimos al hombre de la sonrisa, al hombre que se sabía la historia de medio Aguascalientes y que por su actividad y su bondad se convirtió en un ícono de los hidrocálidos”, señaló el padre Gandhi, quien ofició el emotivo servicio religioso con el que se despidió de esta tierra a Justino Ponce, el hombre de las tortas suculentas, el amigo de los trasnochados, el benefactor de instituciones y el hombre que se ganó el respeto, la admiración y hasta el cariño de la población.
Proveedores, clientes, vecinos y hasta competidores comerciales de Max acompañaron a la señora Marisela y a los jóvenes Manuela y Antonio, esposa e hijos de Justino, así como a sus demás familiares, durante la misa realizada después del mediodía de ayer miércoles y en la que se despidió como los grandes a un ícono de nuestra sociedad.
Desde la entrada al templo de Guadalupe del féretro con los restos de Max, los asistentes a la ceremonia religiosa le tributaron un merecido homenaje al singular comerciante que sació con sus producthos el hambre de los trasnochados, pero también a la persona que hizo muchas obras de caridad ayudando a instituciones de beneficencia y a quienes compartió de su “fortuna”, incluyendo al mismo padre Gandhi, como así lo reconoció por el mismo, cuando sacó premio en la lotería o cuando regaló sus famosas y suculentas tortas y malteadas a quienes tenían hambre pero no los medios para comprarlas.
Max, dijo el oficiante, fue un hombre privilegiado, un hombre que tenía una memoria impresionante, que apenas se sentaba uno y de inmediato le decía que si quería lo mismo.
Con la partida de Max extrañaremos también su gentileza, su bondad, pero también su generosidad, pues fue un hombre que sirvió y que se dio a los demás, pues así como tuvo sus “detalles, como el de guardar en secreto el costo de sus tortas y malteadas”, de él se rescata su don de gente, su amistad y su condición gregaria para ser y convertirse en amigo de todos, pues de parte de Justino nunca hubo una mala cara para nadie, a todos sirvió y atendió por igual, lo que lo convirtió en un ejemplo de trabajo, de servicio y como ser humano, subrayó el padre Gandhi.
Asimismo y luego de recordar, como amigo y como cliente, de la forma esmerada en que se entregaba Max a su actividad comercial y el amor que siempre le profesó a su esposa e hijos, el sacerdote dijo que “muchos tuvimos la oportunidad de conocer al hombre solamente en el negocio y pocos tuvimos la dicha de conocer al hombre humano, al que estaba detrás de la sonrisa. Un hombre de familia que supo llevar adelante a su esposa y a sus dos hijos, con sufrimientos, con incomprensiones y con injusticias, pero así es la vida, no hay nada perfecto”.
“Gracias Justino por tantas sonrisas, por tantas alegrías, por tu bondad; te vas con lo que tanto anhelabas: te sacaste la lotería, lo que tanto esperaste, lo que tanto anhelaste, te supiste sacar la lotería. Te sacaste el mejor premio: la eternidad”, dijo el padre Gandhi en la emotiva despedida a Max.