Hoy concluye, abortada la propuesta de extenderla, la prohibición de vender bebidas con alcohol en bares, restaurantes, cantinas y en general los locales de ocio, de tal manera que los dipsómanos consuetudinarios podrán dejar de sentir esa sensación de opresión que expresaban al pasar frente a una cantina con las puertas cerradas o al caminar junto a la sección de destilados y vinos de un supermercado, precintada y con letreros que dejaban en claro que no se podía comprar esas mercancías.
Esto no quiere decir, sin embargo, que los bebedores asiduos hayan dejado o limitado su ingesta de bebidas de las llamadas con espíritu, pues mientras los más previsores hicieron acopio previo, como si en lugar de ley seca se anunciara una hecatombe atómica, la oferta de vinos y aguardientes en las redes sociales estuvo vigente, en tanto que los emprendedores de ocasión incluso improvisaron la venta de estas bebidas con entrega a domicilio.
Muchas de estas ofertas se presentaban como la venta de saldos de reuniones sociales o como lotes para eventos que se cancelaron, y suponemos que los compradores, urgidos como estaban de su dosis de alcohol, no repararon que muchas de esas botellas, de procedencia ignota, podían ser parte de la ingente cantidad de alcohol adulterado que existe en el mercado mexicano, estimado en el 42.5 por ciento del consumo total de las bebidas alcohólicas que se venden en el territorio nacional y que en agosto pasado ya habían matado a más de 200 personas, desde el inicio de la contingencia sanitaria.
Y mientras unos le daban al codo, llegando incluso a desplazarse a los límites de Zacatecas y Jalisco para adquirir sus alipuses, aquí los que no hicieron caja fueron los que se relamían los bigotes hace semanas esperando la llegada de la noche del Grito, hasta que el anuncio de la prohibición los obligó a resignarse a tener sus locales con afluencia mínima o de plano no gastarse lo que no tienen para tener esa noche abierta.
Cuentan algunos dueños de merenderos que para mantener la oferta de una ‘noche mexicana’, habría que gastar mucho más de lo que calculaban ingresar, de tal manera que decidieron dejar sus cortinas abajo, para su desgracia y para la de sus empleados y proveedores, de tal manera que se puede hablar de pérdidas de varios millones y cientos de familias afectadas por estos cierres que en muchos negocios reglamentados se mantuvieron hasta ayer.
Uno de ellos nos decía que no sólo se trató de las pérdidas de la noche del martes, pues el fin de semana pintaba bien, sobre todo el sábado en que se jugó el clásico entre Chivas y América, que en otras circunstancias suele atraer a estos locales a verdaderas multitudes de sujetos, y cada vez más de mujeres, tan aficionados a empinar el codo como al balompié.