Aguascalientes.- Las palabras esperanza, libertad y verdad son especiales para el maestro Felipe San José González, experto y amante de las letras, quien dice haber comprobado que la carrera de Letras es para soñadores, pero con ansias de estar al tanto en materias como la historia, la economía, política, comunicación, “estamos obligados a conocer el origen de la lengua, de los países donde se hablan los distintos idiomas, su historia, su geografía, su gente”.
Como conocedor de las letras, del origen de las palabras, cuál es la que a usted le gusta más, con cual frase se identifica?
Me gusta la palabra esperanza, como católico tengo mi esperanza puesta en Dios. Otra palabra que me es muy importante es la verdad, yo uso mucho un lema latín que es la identidad de la Universidad de Guanajuato y que en español dice “La verdad nos hará libres”, que es una frase de Jesús, la verdad y la libertad son importantísimas para mí.
¿Y sus libros preferidos?
Me la paso leyendo desde los 6 años de edad y tengo muchas lecturas que me han llamado la atención, que me han encantado y me han guiado, el primer libro que leí fue Corazón, Diario de un Libro, lo leí español, pero luego cuando aprendí italiano lo leí en ese idioma, aún recuerdo su primer párrafo “Hoy es mi primer día de escuela, pasaron como un sueño esos tres meses de vacaciones en el campo”, es lo primero que leí y se me quedó grabadísimo.
Pero sin duda la Biblia es uno de mis favoritos, pero fuera de la religión, El Quijote es el que ha marcado mi vida, es en lo que creo, coincido con Cervantes a través de Don Quijote a través de la frase “Por la libertad, como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”.
Maestro de infinidad de profesionistas y profesionales de las letras, ¿qué siente ahora con tanto reconocimiento?
Me siento muy dichoso, muy contento y orgulloso, -se le llenan sus ojos de lágrimas y se le quiebra la voz. Respira para continuar la respuesta-. He tenido muchos alumnos a quienes he transmitido lo mejor de mí, me ha gustado compartir lo que yo sé y me siento muy feliz de tener el amor y el aprecio de todos que de alguna manera, con su buen recuerdo, me llevan en su mente por lo que pude haberles enseñado; yo soy un maestro de vocación.
¿De dónde viene su amor por las letras?
Viene de mis padres. Por eso un lema que tenía yo era de agradecimiento a mis padres porque en la palabra amor, me enseñaron el amor a la palabra. Mi papá era marino, viajaba mucho y escribía mientras recorría todo el mundo, el escribía poemas muy buenos y mi mamá leía mucho y escribía cuentos, pero sobre todo leía, ella decía que la lectura era como el alcoholismo que ella no podía dejar y cuando se llegaba la hora de ir a cocinar, ella siempre tenía que terminar 1 o 2 capítulos más del libro que tenía pendiente. La lectura es un vicio, un maravilloso vicio, constructivo sí, pero vicio para muchos que les encanta entrar a otros mundos a través de leer.
Y ya que empezamos a hablar de la familia, cómo fue su infancia en el D.F., cómo se llevaba con sus hermanos, acaso fue un niño tranquilo dedicado a leer?
Nooo, qué va, -y suelta la carcajada-, fui un niño muy travieso, tal vez los libros me daban más ideas. Pero sí, fuimos unos niños muy felices, llenos del amor y la atención de nuestra mamá y nuestro papá, exigentes, pero con amor. Éramos 6 hermanos, yo fui el tercero, así que me llevé bien con todos, pero mucho mejor con el mayor que yo y el que eran más chico que yo, éramos cómplices.
Yo tengo muy guardado el recuerdo de que me subía a las azoteas y corría por todas las de la manzana, digo que practicaba un deporte extremo porque mi mamá me regañaba tanto, me decía que algún vecino me iba a confundir con un ladrón y me iba a dar un balazo. Obviamente no ocurrió, pero mi infancia la llevo en mi corazón.
Usted fue fundador de la carrera de Letras en la UAA, cuénteme ¿cómo llegó a Aguascalientes y a la Máxima Casa de Estudios local?
Quiero decir que soy chilango, pero yo llegué a Aguascalientes no para refugiarme de los sismos como la mayoría que se vinieron con el INEGI, yo decidí entre Xalapa, Morelia y Aguascalientes y aquí me quedé, porque a mi esposa –Gladys- también le gustó. Llegamos en 1984.
Cuando estaba pensando en cambiar de cuidad porque el Distrito Federal ya no era para nosotros, un amigo abrió un colegio y me invitó a ser su director, entonces llegué a la Escuela de la Ciudad de Aguascalientes, luego me buscaron Alfonso Pérez Romo para hacer un programa de televisión en Canal 6 y Efrén Pérez Romo para abrir la Licenciatura en Letras, no había nadie que conociera del tema aquí, entonces entre Jorge Ávila Storer y yo, dábamos todas las materias.
Yo no los conocía a Pérez Romo ni a González Cuéllar, pero ellos a mí sí, porque yo tuve un programa de televisión en IMEVISIÓN, se llamaba “Sopa de Letras” y estaba con Jorge Saldaña, un hombre muy inteligente y preparado. Entonces haciendo algo parecido mi programa aquí fue “Hablando nos entendemos” y de aquí pa'l real, mi esposa dice que me gustan los aparadores y tiene razón.
Es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, ¿cómo llegó allí?
Fue en realidad algo que toda mi vida soñé, pero no estaba en mí pedirlo aunque me sentía preparado para serlo, pues la Academia tiene reglas claras y una de ellas es que sus integrantes tienen que ser propuesta de terceros y ser calificados por un grupo interno, si uno se propone a sí mismo, de inmediato lo descartan.
Entonces yo tuve el privilegio de ser propuesto y cuando me dieron a conocer que me habían integrado a la Academia fue algo verdaderamente sorpresivo para mí, lloré de emoción cuando abrí la carta que me trajeron a la casa. También soy miembro de la Academia Mexicana de la Lengua desde octubre del 2002, ese día lloré, era mi sueño hecho realidad.
¿Cuál es su función como académico?
Yo me encargo de enviar a la Academia palabras, rasgos o fonética que son propias de esta región, en su momento, hace algunos años, propuse la inclusión de palabras como reborujar y arguenudo, pero también la fonética y la prosodia de Aguascalientes y que a muchos llama la atención, como es el terminar cada frase o algunas monosílabas como un cantadito.
Felipe San José siente que profesionalmente ya cumplió sus metas en la vida, pues es Doctor Honoris Causa, Académico de la Lengua y tiene el aprecio que es recíproco, de infinidad de sus alumnos. Como padre de familia siempre he tratado de dar lo mejor de mi persona a mis hijos.
Como esposo, ha tratado de continuar con el milagro de haberse encontrado con su esposa, “ella vino de Guatemala a pasar unas vacaciones, me tocó recibirla como lo había hecho en muchas ocasiones a los grupos de guatemaltecos, nos conocimos, salimos, le mostré la ciudad, en menos de un mes ya estábamos enamorados y nos casamos antes de que ella volviera a su país, medio año después yo fui a Guatemala para casarnos a la Iglesia”, y el milagro continúa.