Guadalajara (México), 1 ago (EFE).- Frutas y verduras seleccionadas, carne y pescado de primera calidad y suplementos alimenticios importados forman parte de los menús que los cocineros del Zoológico de Guadalajara (oeste de México) preparan cada mañana para los animales que alberga el lugar.
Como si se tratase de la cocina gourmet de un restaurante, cientos de toneladas de alimentos son preparados de manera cuidadosa y balanceada por un puñado de veterinarios y nutricionistas cuya única misión es alimentar desde un pez payaso hasta un elefante.
Lorena Pimentel, encargada de cocina y alimentos del Zoológico, dijo a Efe que los productos llegan desde las primeras horas del día procedentes del mercado de abastos, lo que garantiza su frescura y calidad. No se trata de comida especial sino de las mismas manzanas, plátanos, cebollas, brócolis y carne que cualquiera persona tiene en su mesa.
«Todo es de consumo humano y de primera calidad. Nuestro proveedor viene del mercado de abastos todas las mañanas. Si por algún motivo los chicos ven que no está bien la fruta, si ellos simplemente no se animan a comer los alimentos porque estén magullados o pasados, no se ofrecen al animal sino que los descartan y los tiran», explicó.
Desde temprano los cocineros lavan y desinfectan la mayoría de los productos y los cortan en diferentes tamaños o las dejan enteros según la especie a la que se va a alimentar. Para las aves el picado debe ser muy fino, para los felinos la pieza debe ser cortada en ocho partes y para los primates más grandes las piezas se ofrecen completas.
Con esta técnica los especialistas aseguran que todos los animales que estén juntos en una jaula ingieran los mismos nutrientes y coman hasta saciarse. Si los alimentos se ofrecieran enteros en todos los casos los animales competirían por ellos y algunos se quedaría sin comer, explicó Pimentel.
Los cocineros preparan cada día más de 200 dietas, consistentes combinaciones de frutas, verduras, cereales, semillas y complementos que varían según el tipo de animal y especie, pues cada individuo cuenta con un menú semanal con el tipo alimentos específicos que requiere para llevar una alimentación balanceada según la edad que tenga.
«Se toma en cuenta su peso corporal, su estado zootécnico; es decir, si está en mantenimiento, que es un animal que se terminó de desarrollar, si está creciendo o si está lactando o preñado. Ese tipo de cambios se tiene que observar», expuso.
Muchos animales reciben una «ensalada» básica que podría ser la envidia de cualquier persona. Este «platillo» puede ser dulce con naranja, manzana, melón y pepino; o coliflor, calabaza, chayote, camote y cebolla. A estos ingredientes se añaden otros productos crudos o cocidos como arroz, maíz, coco, apio, avena, pa o huevo cocido, entre otros, según la dieta de cada especie.
Para garantizar una completa nutrición el Zoológico incluye suplementos alimenticios parecidos a las croquetas de los perros y gatos, que en su mayoría son importados. Un costal de 20 kilos puede llegar a costar hasta 2.000 pesos (105,3 dólares), y se consume en un día, asegura Pimentel.
Los más comilones son los elefantes, que consumen 20 kilos diarios de frutas, 10 kilos de concentrado alimenticio y otros 12 kilos de avena; les sigue el rinoceronte, que diariamente come 10 kilos de alimento crudo y suplemento. Los menos demandantes son las marmosetas, que requieren 200 gramos de alimento, y los peces.
Los animales de mar tienen un grupo especial de cocineros. Cada tipo de pez recibe su ración según sus características, además de suplementos y una especie de gelatina preparada con extracto de pescado o con betabel, zanahoria, acelgas o espinacas y plátano macho que se les da a los peces de colores, explicó a Efe Brian García, un joven veterinario apasionado de la vida acuática.
García da a las mantarrayas camarón crudo y un pez llamado capelín. Las mantarrayas se forman para recibir el alimento de manos del joven, quien también da en la boca seis kilos de pez sierra a los tiburones cada tres días y ofrece a los peces amazónicos unas pequeñas cápsulas con gusanos rojos que son importadas especialmente para ellos.
Para los veterinarios preparar y alimentar a los animales es una manera de ayudar a su desarrollo y conservación.
«Sabemos que es una gran responsabilidad. Para ellos representa una forma de vida y una forma de llevar la salud a los animales. Es agradable saber que somos parte de un proceso que también le ayuda al animal y es parte de su conservación», concluyó Pimentel.