Una segunda baja se registró ayer en el Gabinete de AMLO, tras la renuncia de Javier Jiménez Espriú a la SCT, luego de que se inconformara por su cada vez más reducida capacidad de decisión dentro del equipo presidencial y luego de que el viernes pasado el mandatario anunciara que serán los mandos militares quienes en lo sucesivo se encarguen de administrar las aduanas y puertos mexicanos, lo que colmó el vaso del funcionario, cuya renuncia fue un rumor que ayer se confirmó tras circular desde el pasado fin de semana.
Al margen de que la decisión del presidente de entregar a los militares y marinos tareas que violarían el 129 Constitucional, lo cierto es que la ampliación de competencias del Ejército y la Marina a costa de la SCT llevaron a Jiménez Espriú a manifestar su desacuerdo y finalmente bajarse del proyecto de la mal llamada 4T, convirtiéndose así en el segundo de los secretarios que deja su cargo por no estar a tono con lo que decide el mandatario, recordando que hace un año y días, el 9 de julio del 2019, se bajó del barco el hidrocálido Carlos Urzúa, hasta ese día secretario de Hacienda.
Esto revela que sigue viva la pugna entre los moderados y los radicales del entorno de AMLO, pero que comienza a molestar en ambos bandos la determinación de militarizar en los hechos el país, no sólo en tareas de seguridad pública, que se entiende y hasta se justifica, sino en tareas totalmente ajenas a las que le atribuye nuestra Carta Magna.
En el caso del ingeniero Jiménez Espriú tres de estas decisiones lo llevaron finalmente a la renuncia, pues luego de que él se convirtió en el autor intelectual de la cancelación del NAICM de Texcoco, esta obra se le entregó a la SEDENA, lo mismo que importantes tramos del Tren Maya, que él impulsó, para rematar con la entrega de las aduanas y puertos, que lo dejaban en el triste papel, para usar la terminología presidencial, de florero.
Habrá que preguntarnos qué es lo que pasará en el futuro con otros funcionarios cuyo papel pierde peso en la Administración Federal, tal el caso de Alfonso Romo, cuyo peso en el Gabinete ya nadie advierte, o como Arturo Herrera, quien entró el relevo de Urzúa hace un año, y suele ser desmentido y hasta ridiculizado por AMLO cuando se atreve a expresar su opinión, la última vez hace unos días cuando recomendó el uso de cubrebocas, recomendación que molestó de sobremanera al presidente.
Por lo pronto se sabe que entra al quite de Jiménez Espriú el ingeniero Jorge Arganís Díaz Leal, quien fuera secretario de Obras Públicas del extinto Distrito Federal, cuando allí gobernaba Alejandro Encinas, uno de los leales de AMLO, por cierto también hoy colocado en la irrelevancia, y quien hasta ayer se desempeñaba en un acto cargo en PEMEX y ha sido señalado con presuntas irregularidades en la asignación de obras millonarias para la refinería de Dos Bocas, Veracruz, que ha entregado por invitación, la nueva modalidad de entregar contratos de la Administración.