Madrid, 5 dic (EFE).- «En Galápagos estamos acostumbrados a vivir con restricciones para proteger la naturaleza», aseguró este jueves el ministro presidente del archipiélago ecuatoriano, Norman Wray Reyes, en la cumbre mundial del clima, COP25, que se celebra estos días en Madrid.
Esas restricciones han sido necesarias «para reducir el impacto de la actividad humana en nuestro espacio natural», desde que en 1978 Ecuador impulsó la idea de hacer de las islas patrimonio de la humanidad, explicó Wraye en una mesa de diálogo organizada por el Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica (OIJ).
La organización territorial del archipiélago, ideada en relación a la naturaleza de manera «muy distinta» a la del resto del mundo, supone una «experiencia muy importante», pero «no alejada de conflictos».
La manera de responder a ellos, según Wray Reyes, ha sido «tratar de usar la naturaleza, o mejor dicho, de encontrarnos con la naturaleza como un instrumento de paz. Y eso es lo más difícil para la humanidad».
«La naturaleza te permite entender que tienes que autodisciplinarte y saber que no puedes vivir con el estatus que te venden los medios de comunicación y las estrategias de márketing», apuntó.
También, «saber que hay un proceso de restricción, aceptarla y ver qué es lo que haces en función de la vida, la tuya y la que te circunda».
RESTRICCIÓN Y OPORTUNIDAD
«La crisis climática traerá un mundo de restricciones», pero también generará «nuevas oportunidades», auguró Wray Rayes.
«El crecimiento sin límite está en crisis, se acabó. Los sueños del estado de bienestar implicaron también impactos brutales en la naturaleza, y, sin embargo, todo lo que se hizo fue en pro de un mundo más justo y más pacífico tras la Segunda Guerra Mundial», dijo.
Por eso, añadió, «el mensaje de los jóvenes, lo que Fridays For Future está haciendo bajo el liderazgo de Greta Thunberg, es llamar la atención sobre esos hechos».
«Y a mi me llama tremendamente la atención porque muchas personas vivimos ya en el mundo urbano. Hemos dejado de estar conectados con la vida rural, y esos niveles de conexión implican una empatía inmensa», indicó
Pero, apostilló, «si no conectamos con la naturaleza es difícil desarrollar esa empatía».
EL RETO DEL TURISMO INCLUSIVO
Cerca de 277.000 turistas visitaron el año pasado Galápagos, una cifra muy superior a la población de las islas, en las que residen de manera habitual 30.000 personas, el 60 % de ellos jóvenes de entre 15 y 24 años.
Pero «si un galapagueño promedio quiere ir a conocer por ejemplo Bartolomé, una de las joyas de la corona de nuestro patrimonio natural, tiene que pagar individualmente entre 180 y 240 dólares para ir en un tour diario a conocerlo», explicó Wray Reyes.
Eso significa que una familia con cuatro miembros tendría que pagar cerca de mil dólares por un día de tour para conocer ese lugar.
«Para nosotros, igual que para el resto del mundo, el acercarnos a la naturaleza es un proyecto fundamental. Pero además implica un coste económico y ahí es donde entra el tema de redistribución y equidad», señaló el ministro presidente de Galápagos.
«Tenemos miles de turistas, algunos de características económicas muy altas, que visitan nuestras islas todos los años, y la población local todavía sigue estando alejada de su patrimonio por razones económicas», un problema que hay que solucionar.
Para ello, abogó por el esfuerzo público-privado para poder generar el acceso de la gente local a disfrutar de las maravillas naturales de sus islas.
Por Alida Juliani