Nuevamente se cierne la amenaza de un fuerte gasolinazo, ya que los problemas que se viven por el conflicto bélico en Ucrania serían un factor para que se disparara, otra vez, el precio de los combustibles.
Aunque ahora es un conflicto internacional, otras veces es la inflación y otras el huachicol, lo único cierto es que quien paga los platos rotos es el consumidor, quien ve con angustia cómo un litro de gasolina en la mayoría de las estaciones de servicio cuesta más de 20 pesos.
Recordemos que el estímulo fiscal es actualmente del 100 por ciento, es decir, que el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios es de cero pesos por litro, ya que el Gobierno federal subsidia de manera completa a los consumidores de la gasolina por los incesantes incrementos de los precios internacionales, que por supuesto hacen mella en nuestro país.
El aumento casi inminente a los combustibles comprometería gravemente el bolsillo, pues en automático se dispararán los precios de todos los servicios, ya que el costo del transporte público, por mencionar un ejemplo, tendría que ser incrementado sí o sí porque ya no habría margen de ganancia para los concesionarios, y de ahí en adelante se vendría una cascada de aumentos en prácticamente todo.
Sin embargo, no sólo es la gasolina, pues semana tras semana el gas licuado de petróleo es casi incomprable para muchas familias, ya que roza casi siempre los 700 pesos el cilindro de 30 kilos, por lo que literal, es muy difícil satisfacer esta necesidad en los hogares mexicanos.
Ahora bien, la administración de López Obrador está enfocada, en ese sector, a la adquisición de refinerías, pero los beneficios no serán a corto plazo y nadie ve cómo se pueda solucionar un problema que en esta ocasión tiene su origen en tierras lejanas y que lo peor, es por la ambición de poder de un Presidente que busca hacerse de más territorio: Ucrania.
No es consuelo, pero la crisis que se vive en Ucrania tendría consecuencias a escala mundial al dejar a Europa expuesta a una crisis energética por ser Rusia el mayor productor de gas natural, por lo que una guerra puede exponer a todo el mundo a una escasez del combustible, lo que de manera inmediata dispararía los precios por el desequilibrio entre la oferta y la demanda.
Obviamente México, como el resto del planeta, estaría sometido a la presión de no tener suficiente combustible, porque ya sabemos de su dependencia de Estados Unidos, porque en lo que respecta a nuestro país, a pesar de tener grandes campos petroleros, no se daría abasto para suministrar el hidrocarburo suficiente, por lo que realmente son dos graves problemas: la escasez y el precio caro.
Y como el combustible se necesita, la población cautiva seguiría comprando el carburante al precio que se lo pongan, pues eso se hace desde los famosos gasolinazos del ex-presidente Peña Nieto, y aunque fue una promesa de campaña de Andrés Manuel López Obrador, bajar costos es algo que no está en sus manos.
Esta amenaza que nos ronda, sólo demuestra que México no puede, ni podrá reducir su dependencia de gasolina proveniente de Estados Unidos, por lo que este producto indispensable se cotiza, desde ya, en casi 24 pesos el litro en algunas estaciones, lo que hará que tarde o temprano sea un artículo de lujo, sí, pero de primera necesidad, al fin y al cabo.