México, 16 oct (EFE).- La pandemia de covid-19, si bien empezó como una crisis sanitaria, se está convirtiendo con rapidez en una crisis económica, y es necesario que los Gobiernos en Latinoamérica consideren un enfoque que incluya a la salud en sus políticas de Estado, señalaron especialistas.
Durante el panel «Salud y economía: ¿Cómo podemos priorizar la salud como un conductor de desarrollo social y económico?» del Roche Press Day, Midori de Habich, exministra de salud en Perú, señaló que la pandemia obliga a cambiar la perspectiva del manejo de la salud.
«Quiero pensar que debe cambiar la forma en la que se hace política. Tener miradas multianuales que permitan tener planes sostenidos y políticas de Estado que se mantengan básicamente en la misma dirección aun cuando cambien los gobiernos», expresó.
Señaló que la emergencia sanitaria ha dejado claro que los Gobiernos deben remirar sus sistemas de salud, especialmente en el fortalecimiento de los primeros niveles de atención.
«Nos hemos preocupado por ventiladores, camas de cuidados intensivos y atención crítica y hemos descuidado la continuidad de servicios en atención primaria. Tenemos estas otras epidemias a la sombra porque se han dejado de dar servicios esenciales», puntualizó.
Para la experta, la covid-19 ha dejado en evidencia que el fortalecimiento de los sistemas de salud, mediante inversión pública y alianzas con el sector privado, puede contribuir al control más efectivo de emergencias sanitarias para prevenir fuertes impactos sociales y económicos.
HUELLAS ECONÓMICAS
Las medidas necesarias para contener el virus, incluyendo el aislamiento y el cierre de empresas y negocios, han dejado huella en la economía de la mayoría de los países en todo el mundo, y América Latina no es la excepción.
Las altas tasas de empleo informal y las débiles redes de protección social de la región han intensificado los efectos de la pandemia.
Hernán Lacunza, exministro de economía de Argentina, destacó que la covid-19 «ha corrido el telón» sobre cuestiones estructurales y en la región «nos ha encontrado desnudos».
Destacó que ningún país estaba preparado para afrontar una crisis de este tipo ni en infraestructura ni con recursos y tampoco para guardar una cuarentena tan larga, aunque algunos sí tuvieron recursos suficientes para tener mayor margen de acción.
«Me parece que hacia el futuro, una lección que queda, es que la que próxima pandemia no nos agarre con la guardia baja en términos sanitarios ni en cuestiones económicas».
Lacunza lamentó la baja inversión de los gobiernos de la región, la cual ha sido la más golpeada en el mundo por la crisis de covid-19 y que destina menos del 4 % de su PIB a gastos en salud pública. Esta cifra representa la mitad de lo que destinan los países más desarrollados.
Aseveró que es necesario que exista una buena planificación de los recursos para hacer rendir mejor los fondos que «siempre son escasos».
Señaló que hace falta hacer un buen diseño, tener una mejor organización para evitar ineficiencia por escasez de recursos.
En ese sentido, De Habich dijo que en medio de una crisis, las autoridades responsables de la economía deben proteger que no existan reducciones sustanciales de presupuestos, aunque dijo, es indispensable que haya políticas fiscales sólidas para garantizar que esto pueda ocurrir.
Del mismo dijo que la crisis por coronavirus representa una oportunidad para abrir un diálogo entre los actores y ver a la salud como una prioridad, con una visión multidisciplinaria para poder hacer frente a problemas conocidos y desconocidos.
«Necesitamos sistemas más resilientes y una visión compartida», apuntó.
Finalmente, destacaron la necesidad de la colaboración y coordinación entre los ministerios de Salud y de Economía, lo cual representa un paso clave para garantizar la preparación efectiva y la sostenibilidad de los sistemas de salud.
De Habich resaltó que la salud debe empezar a ser una prioridad, debe tener un abordaje multidisciplinario que ayude a enfrentar futuras pandemias «ha quedado demostrado cómo impacta directamente sobre el desarrollo socioeconómico», concluyó De Habich.