“La violencia es miedo de las ideas de
los demás y poca fe en las propias.”
ANTONIO FRAGUAS FORGES
El viernes fue asesinado Cipriano Villanueva Ovando, candidato a regidor del partido ‘Chiapas Unido’; el martes 25 de mayo Alma Rosa Barragán, candidata a la Presidencia municipal de Moroleón, Guanajuato, por el partido Movimiento Ciudadano, fue asesinada a balazos durante su mitin. Dos muertes y tres atentados, dos agredidos a balazos y un secuestro, así cerró la semana pasada. Con las dos muertes suman 35 asesinatos de políticos, 724 agresiones y 250 amenazas, de acuerdo al documento elaborado por la empresa Etellekt Consultores.
La semana pasada en la conferencia matutina un reportero le preguntó al presidente Andrés Manuel López qué opinaba de las agresiones a los candidatos, la respuesta fue la misma de siempre, están en su contra, los responsables son los conservadores y los Medios de Comunicación; “Es amarillismo”, “Con el afán de enrarecer el ambiente, antes le llamaban sensacionalismo, ahora es amarillismo, como la nota roja adquiere un papel relevante en los medios”, “Como hay ahora una polarización política obvia, porque se agrupó todo el conservadurismo en contra de nuestro proyecto y los medios han tomado partido, pues todo esto se magnifica. Es normal, es un asunto de la temporada”.
Para López es mejor mandar al carajo lo que le incomoda, que no hace consolidar su proyecto de la 4T o lo devalúa, por eso no le importó el dolor de las 26 familias cuyos familiares murieron trágicamente en el accidente de la Línea 12 del metro, accidente causado por la corrupción y negligencia de sus colaboradores más cercanos; “No es ese mi estilo, eso tiene que ver más con lo espectacular y lo que se hacía antes, no me gusta la hipocresía. Estoy pendiente, estoy solidarizándome con los familiares de las víctimas, me duele mucho, pero esto no es de irse a tomar fotos, eso ya también al carajo, ese estilo demagógico, hipócrita, eso tiene que ver con el conservadurismo”, respondería a un reportero que le cuestionó la razón por la que no acudió a proporcionar ayuda y consuelo a los deudos.
Peor aún, la enorme cifra de muertos por Covid-19, no tolera y reprueba que los Medios de Comunicación publiquemos diariamente las cifras de personas fallecidas por el virus, comenzó burlándose de la amenaza mundial, sacó una estampita para vencerlo e invitó a salir a comer a las fonditas porque no pasaba nada, pero cuando las cifras de fallecimientos comenzaron a crecer (hoy según sus registros ‘oficiales’ alcanzan las 223,068 muertes), acusó a los Medios de Comunicación de ‘zopilotear’ las cifras, se quejó de las publicaciones, máxime cuando se comparaban con otros países; “…esto no podemos estarlo comparando, sin embargo, el amarillismo del conservadurismo, en México como también en todo el mundo, es también muy ruin y es importante aclarar las cosas”, replicó.
Más el tema del impacto de los grupos de la delincuencia organizada en casi todas las actividades del país, ahí tampoco es empático con las familias de las 85,507 personas que han fallecido en su gobierno por las luchas entre los cárteles criminales, y acusa al pasado de haber ‘agitado el avispero’, sostiene que son preferible ‘los abrazos y no lo balazos’, pero reconoce haber dado la orden de liberar al hijo del narcotraficante más connotado en el país, incluso tomarse la molestia de bajarse de su camioneta para acudir a donde se encontraba la madre de ‘El Chapo’ para saludarla de mano. Por esa señal de sumisión ante el poder fáctico de los grupos de la delincuencia organizada es que han crecido, proliferado, fortalecido y tomado todo el territorio mexicano, a grado tal de tener en sus haberes 35 candidatos asesinados.
A López Obrador la historia le habrá de juzgar por su atonía, indolencia, incapacidad y desinterés por combatir, enfrentar y desarticular a los grupos de la delincuencia organizada, que de acuerdo a un estudio del CIDE -al que le quitó sus fideicomisos para investigación- en el país operan 148 grupos, veamos:
Jorge Roa, investigador del Centro de Investigación y Docencias Económicas (CIDE), detectó la presencia de 148 grupos delictivos en el país, entre 2018 y 2019, documento presentado en el Programa de Política de Drogas. El mapa realizado revela que en todos los estados existe al menos un cártel criminal, siendo Michoacán, Guerrero, Estado de México y la Ciudad de México las entidades que concentran el mayor número de grupos delictivos, aproximadamente entre 20 y 24. La mayoría de estos grupos criminales se identifican (son asociados) con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), liderado por Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, grupo que tiene presencia en 28 de los 32 estados, quedando fuera Sinaloa, tierra del Cártel de Sinaloa, Baja California Sur, Durango y Tamaulipas. Por su parte, la organización sinaloense (CDS), bajo el mando de Ismael “El Mayo” Zambada y los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, se encuentra en 15 entidades. Este cártel es considerado por el Gobierno estadounidense como el más poderoso del país, porque cuenta con 11 brazos armados, algunos de ellos conformados por exmiembros de las Fuerzas Armadas del país. Otro grupo es identificado como Cárteles Unidos, siendo una alianza de grupos criminales de Sinaloa, los Zetas y el Cártel del Golfo.
Por su parte, la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) en su más reciente informe establece otra clasificación y advierte que once grandes cárteles operan en el país (CJNG, Cártel de Sinaloa, Beltrán Leyva, los Zetas, Cártel del Noreste, Guerreros Unidos, Cártel del Golfo, La Línea, Cártel de Juárez, la Familia Michoacana, Los Rojos). El Cártel Jalisco Nueva Generación —cuyos tentáculos se extienden por todo el país— se encuentra en alianza con otras organizaciones criminales como la Familia Michoacana, asentada en tres estados; el Cártel del Golfo, en 12 y Guerreros Unidos en cuatro.
En otro documento denominado Evaluación Nacional de la Amenaza de Drogas 2020, se advierte que el cártel liderado por Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, tiene presencia significativa en 23 de los 32 estados. Además, mantiene el control en importantes corredores de droga como la ciudad fronteriza de Tijuana, Baja California, y Nuevo Laredo, Tamaulipas.
La DEA, además, señala que el acérrimo rival de su país es el Cártel de Sinaloa, continúa siendo la organización criminal más poderosa en México y la principal amenaza de tráfico de opioides a Estados Unidos. Actualmente, la organización bajo el mando de Ismael “El Mayo” Zambada y Los Chapitos, hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, mantiene el control en 15 de las 32 entidades mexicanas.
A juzgar por la explosiva expansión de los grupos criminales sólo tiene tres explicaciones por las que el estado mexicano no ha respondido: connivencia, temor o una política de seguridad errónea.
Por cierto, la incapacidad también es corrupción.