«La justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música».
GROUCHO MARX
Primero, afirmaron que un grupo de guardias había sufrido una agresión el 6 de septiembre en Delicias, Chihuahua, y había respondido en defensa propia. La muerte de una mujer, Jessica Silva, fue un «accidente», dijo el Comandante de la Guardia Nacional, el General Luis Rodríguez Bucio. Mes y medio mes después, seis miembros de la corporación han sido detenidos y puestos a disposición de un juez por delitos contra la administración de justicia, homicidio calificado en agravio de Jessica y tentativa de homicidio contra su esposo Jaime Torres. La GN señaló que una vez que la Fiscalía General realizó las investigaciones, «encontró elementos que hacen suponer la culpabilidad de algunos elementos [sic] de nuestra institución».
El presidente López Obrador repite constantemente la frase: «No somos iguales». Todas sus medidas se justifican porque los Gobiernos anteriores eran corruptos, conservadores y neoliberales. Nunca admite una culpa, nunca admite un error. La crítica sólo puede venir de la corrupción. «Él no debate, él insulta», ha comentado Roger Bartra, el reconocido pensador de izquierda, a quien el Presidente de inmediato descalificó como «cooptado» por la revista Letras Libres.
Los cambios impulsados por el mandatario, sin embargo, han resultado en muchos más fracasos que éxitos. La idea de que un político iluminado puede ofrecer mejores soluciones que los especialistas a los complejos problemas del país ha caído por tierra. Tenemos ahí como ejemplo la Guardia Nacional, una nueva corporación policial integrada por militares y dirigida por un militar que reporta al General secretario de la Defensa Nacional.
Es muy pronto para juzgar a la Guardia Nacional, creada apenas el 26 de marzo de 2019, pero llama la atención que, en lugar de fundarla sobre cuerpos de Policía ya existentes, que habían superado los problemas de aprendizaje de cualquier institución, López Obrador quiso crear una institución completamente nueva extraída del Ejército.
Por lo pronto, la Guardia Nacional no parece haber tenido éxito en su objetivo fundamental, reducir la violencia. Si bien algunos delitos han tenido bajas significativas en este 2020, al parecer como consecuencia del encierro de la pandemia, los homicidios dolosos se mantienen básicamente iguales. Lo que quizás habría sido la detención más importante del sexenio, la de Ovidio Guzmán, el hijo de “El Chapo”, se vio frustrada por la ineptitud de la Guardia o del Ejército. En materia de corrupción, no hay indicios de que la institución sea más limpia que la anterior Policía Federal. El asesinato de Jessica Silva señala, además, que los integrantes de la Guardia están mal entrenados o matan a civiles sin saber por qué.
Lo peor es que el Gobierno impide a la propia Guardia cumplir con su deber ante quienes abiertamente violan la ley. El cierre de la Presa La Boquilla en Chihuahua, al parecer la razón del ataque a Jessica y su esposo, es una acción ilegal que ha dejado sin agua a las comunidades río abajo del Bravo, como las de Tamaulipas. La Guardia Nacional, sin embargo, no pudo proteger la presa ante un pequeño grupo de manifestantes. De la misma manera, los guardias se han convertido en simples espectadores de las numerosas tomas de casetas de peaje en el país.
Quizá tiene razón el Presidente cuando afirma que él y su equipo no son iguales a sus antecesores. En muchos temas, como el de seguridad pública, en que la única medida diferenciadora ha sido la creación de la Guardia Nacional, la 4t es peor.
COMPRAS DE CARBÓN
Los de antes eran corruptos, nos dicen, pero hoy se hacen compras innecesarias de carbón sin licitación a productores encabezados por Armando Guadiana, un líder que no sólo produce carbón, sino que además es presidente de la comisión de energía del Senado.