Se oyen tambores de guerra… una vez más, y, como siempre, nuestro vecino Estados Unidos se ve inmiscuido en el conflicto, aunque no directamente, pero su eterna intervención hace que las cosas tomen otra dimensión.
Ahora el conflicto es entre Rusia y Ucrania, pues el presidente Vladimir Putin no quita el dedo del renglón en volver a anexar al país que alguna vez fue parte de su territorio.
A pesar de que Ucrania se independizó de la entonces Unión Soviética hace 30 años, Rusia la sigue considerando de su propiedad, de ahí que la quiera invadir una y otra vez.
El conflicto obviamente ha crecido con el tiempo, y ahora quienes toman partido son las grandes potencias, primero EU, quien con sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la famosa OTAN, pretende ponerle un freno a Putin.
En las últimas semanas, de hecho, las amenazas veladas entre funcionarios de alto nivel de esos países, e incluso entre los mandatarios, van subiendo de tono, y el objetivo es uno para la mayoría de las naciones: dejen en paz a Ucrania.
Por algo Putin no se ha atrevido a incursionar en ese territorio, pues sabe que los miembros de la OTAN tienen una regla: un ataque contra uno es un ataque contra todos y la respuesta es conjunta. Palabras más, palabras menos: el que nos la hace, nos las paga.
De hecho Estados Unidos ya empezó el despliegue de casi 8 mil integrantes de sus tropas, hombres y mujeres que sirven a la milicia de su país y que saben que siempre estarán al frente, en la línea de fuego, aunque no sea directamente su guerra.
Y mientras sube la escala del enfrentamiento verbal, los ciudadanos de Ucrania, por si las dudas, ya están más que listos para huir de su país si se desata el conflicto bélico.
A nivel internacional varios países se han pronunciado y le han dado la espalda a Rusia, incluso Francia y Alemania le sugieren a Rusia que le baje en sus aspiraciones de conquista.
Lo que la mayoría ve sobre la intervención de Estados Unidos es que su presidente, Joe Biden, daría un golpe de timón y aplacaría de una vez por todas a Putin, con quien lleva una tensa relación, pues ambos países se dicen potencias mundiales, un conflicto latente a través de la historia.
Pero a todo esto ¿en qué le afecta a México?, pues empezando por la vecindad con Estados Unidos, en el supuesto caso de que Rusia pretendiera atacarlo, por lo menos un susto sí nos llevaríamos, aunque el verdadero problema es el económico, ya que Rusia controla casi la mitad de la distribución del gas en Europa y ha amenazado con cortar el suministro, por lo que EU entraría al quite, y ya se sabe la dependencia que tiene nuestro país en combustibles.
México, como siempre, se mantendría al margen por su política de no intervención, siempre y cuando el conflicto no afecte su soberanía e intereses de libre comercio y económicos.
En fin, un problema pasaría de ser regional a mundial y todo por el eterno conflicto de la falta de comunicación y las ansias de ser el mejor, y ése ha sido tema de generaciones entre Rusia y Estados Unidos.