La humanidad tiene en estos momentos dos noticias, una buena y una mala.
La buena es que comprobado está, aunque por ahora sólo en algunos países europeos, que la pandemia poco a poco se va controlando gracias a una avanzada vacunación y los evidentes autocuidados de la población.
La mala: estamos en una nueva guerra.
Este acontecimiento histórico dejará secuelas que sólo el tiempo podrá atenuar, aunque por el momento el mundo entero es un caos, pues un conflicto bélico de esta magnitud necesariamente tendrá consecuencias para una sociedad cada vez más globalizada.
La decisión del Presidente ruso de invadir Ucrania traerá sólo problemas graves, pues nada más al empezar los ataques la comunidad internacional se pronunció, aunque el mandatario ucraniano lamentó que lo habían dejado solo, pues no se veía, y mucho menos se sentía, el apoyo real de la OTAN, pese a sus reiteradas muestras de solidaridad; tal fue su desesperación que ordenó que todo ciudadano, en posibilidades de hacerlo, tendrá que sumarse a las fuerzas del Ejército para combatir al enemigo.
Absolutamente todos los aspectos de la vida cotidiana a nivel global se verán afectados, los mercados cayeron, se disparó el precio del dólar, se teme una escalada brutal en los precios de los combustibles, las actividades deportivas se modifican, y la gente, que es el activo más importante, tiene miedo.
Estados Unidos, que se la pasó advirtiendo consecuencias a Rusia, se está viendo lento, pues de plano el presidente Biden dijo que por ahora no mandará tropas al país invadido, por lo que Ucrania tendrá que rascarse con sus propias uñas y recursos para salir bien librado de esta que pinta para ser una gran tragedia.
¿Será ésta la tercera guerra mundial? No lo dudamos, pero al final el número no importa, sólo que estas decisiones afectan a los más vulnerables, pues la población de Ucrania, desesperada, busca cómo salir de su país, ya que como siempre la más afectada es la sociedad que ya empezó el éxodo a países vecinos para salvar su vida, dejando atrás sus hogares, sus trabajos, su familia, sus amigos y, sobre todo, su tranquilidad.
Pues tal parece que no entendimos nada durante los tiempos tan amargos que nos ha hecho pasar la pandemia, ese problema de salud que vino a devastar a la humanidad, y ahora seguirá la devastación, pero por la mano del hombre, de ese hombre embriagado de poder que a toda costa busca hacerse de algo que no le pertenece.
O mejor una traducción de esta acción sin sentido: mandan a la guerra a hombres y mujeres que se matarán no conociéndose para dar la cara por hombres poderosos que sí se conocen, pero que por supuesto no pisarán el campo de batalla. No entendimos la lección.