El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió este lunes sobre la amenaza real de un deshielo de Groenlandia y el oeste antártico, que pondrían en peligro aglomeraciones como Los Ángeles, Lagos y las megaurbes asiáticas de Shanghái, Bombay y Daca.
Guterres se refirió así al impacto de la crisis climática en la subida del nivel del mar durante un discurso en el archipiélago oceánico de Tonga, donde ya es martes, en el marco de la 53 cumbre del Foro de líderes de las islas del Pacífico, que están entre las más amenazadas por ese movimiento marino.
El secretario general, que ha hecho de la crisis climática una de las banderas de su mandato, dio por descontado que se producirá una subida de un metro en el nivel del mar en el mundo, pero insistió en que depende de la acción humana «la escala, el ritmo y el impacto» de ese aumento.
«Los gases de efecto invernadero están cocinando nuestro planeta, y el mar se está llevando literalmente la peor parte: ha absorbido más del 90 por cien del calentamiento global en los últimos 50 años», dijo, ya que el agua «se expande al tiempo que se vuelve más caliente».
Este aumento del nivel marino arruina la industria pesquera, agosta los cultivos y contamina el agua potable -detalló Guterres-, y aunque sus consecuencias son más visibles en las pequeñas islas del Pacífico, que sufren una amenaza existencial, también afectarán a cerca de mil millones de personas, las que viven en «megaurbes costeras», entre las que citó a Los Ángeles, Lagos y varias megalópolis asiáticas.
Solo limitando el aumento global de las temperaturas a 1,5 grados, en línea con los compromisos de los Acuerdos de París, «tendremos una posibilidad de luchar para prevenir el irreversible colapso de Groenlandia y el oeste antártico», y especificó que «eso significa recortar para 2030 las emisiones actuales en un 43 % comparado con los niveles de 2019, y un 60 % en el horizonte de 2035».
La acción deben liderarla -subrayó el político portugués- los países del G20, que son «los mayores emisores (producen un 80 % de gases invernadero) y tienen la mayor capacidad y responsabilidad de ponerse al frente».
Esos países deben, primero, «cumplir sus promesas hechas en la COP28 de triplicar la capacidad de las renovables, duplicar la eficiencia energética y acabar con la deforestación para 2030», y también impulsar la financiación global por la adaptación climática y llevarla a los 40.000 millones de dólares para 2025.
Fiel a su estilo, Guterres concluyó con una advertencia entre literaria y alarmista: la crisis climática «va a hincharse hasta una escala casi inimaginable, sin un bote salvavidas que nos devuelva a un lugar seguro. Pero si salvamos el Pacífico, nos salvamos a nosotros mismos», concluyó.