El Obispo Juan Espinoza Jiménez, al encabezar ayer en Catedral la celebración de la Pascua, llamó a los fieles a honrar su fe y a dejar atrás el mundo convulsionado que sólo genera problemas de todo tipo que afectan a la persona, la familia y la sociedad.
“Hoy tenemos mucha vida biológica, orgánica o material, pero quizá tenemos una pobre vida espiritual o interior que no nos lleva a ningún lado y que nos hace vivir como zombies a los que les falta lo más importante que es la paz, el amor, la alegría y superar sus miedos”, señaló.
Advirtió que “nuestra gran muerte se origina por el pecado de resentimiento, por la soberbia, la envidia, los rencores, la emulación, la lujuria y los vicios que puede haber en nuestro corazón y que nos llevan a morir espiritualmente”.
Ante ello, subrayó que la Pascua es el gran día de la resurrección y la oportunidad que como seres humanos y cristianos se tiene para dejar atrás el mundo de egoísmo, de pecado y de vicios que nos hacen perdernos como personas y como sociedad cuando la vida se vive con desenfreno y sin sentido.
“Jesús está vivo y Él quiere quiere darnos vida abundante, vida en plenitud. Quiere que resucitemos más allá de nuestra muerte biológica y que nuestra vida divina, nuestra vida interior, nuestra vida espiritual pueda permanecer para siempre, pero quiere resucitarnos aquí y ahora”, subrayó en su mensaje el pastor de la Diócesis de Aguascalientes, tras subrayar que “si tenemos amor en nuestro corazón, si hay amor por nuestra familia, si hay amor por nuestros amigos, si hay amor por nuestro proyecto de vida, nos sentiremos vivos”.
Sostuvo que si bien es cierto que hoy tenemos mucha vida biológica, orgánica o material, sin embargo quizá tenemos también una pobre vida divina, espiritual o interior, cuando que la vida de Dios por la fuerza del amor nos hace sentir vivos.
“Si no amamos y nos encerramos de manera egoísta dentro de nosotros mismos, sentiremos un silencioso y doloroso desencanto de nuestra vida, por lo que es necesario abrir el corazón a la fe, confiar en Jesús, vivir según él lo pide y encontraremos que nuestra vida va resarciéndose”, mencionó el jerarca católico.
Nuestra gran esperanza, subrayó, no debe centrarse en comprar un carro nuevo, ni viajar a otro país o hacernos una cirugía estética en nuestra cara, no. Nuestra gran esperanza es Cristo que ha vencido a la muerte, que es el mal mayor de la humanidad, y entenderemos que cualquier otro mal en nuestra vida son males menores.
Monseñor Espinoza expuso también que la pobreza, la enfermedad, la soledad, la vejez, pueden ser derrotados porque si el mayor mal humano, el mayor poder de oscuridad del mundo que es la muerte fue vencido por Jesucristo, él es nuestra gran esperanza y nos dice que todo mal, toda injusticia en la vida puede ser vencida, por lo que es importante descubrir que es necesario romper el tabú de la muerte, pues la muerte no es la última realidad sobre la vida del hombre, no es el final de la historia humana, la muerte es apenas un tránsito, es una puerta hacia la vida plena con Dios.