Miami, 27 abr (EFE News).- La actriz mexicana Ilse Salas estaba interpretando a «Medea» en el teatro cuando recibió la oferta de recrear a Constanza en «100 días para enamorarnos», la versión estadounidense de una exitosa telenovela argentina que ahora la tiene dividida entre el orgullo y una pequeña frustración.
Lo primero que le llamó la atención de esta superproducción de Telemundo fue que se trataba de una comedia, luego el toque argentino que se respira en todo su equipo y, como si fuera poco, la cantidad de amigos que la acompañarían
«Se juntaron varias cosas. Primero fue que los creadores eran los argentinos de ‘Underground’, que están haciendo cosas maravillosas no solo en televisión, sino en cine también», explicó Salas en una entrevista virtual con Efe desde su casa.
«Me gustó además que las protagonistas eran las que llevaban las riendas de la acción, de lo que pasaba. Me pareció que tenía una visión feminista, en la que el eje del conflicto de estas mujeres no eran los hombres, sino su propia crisis personal. Además me encantó explorar ese amor fraternal entre Remedios y Constanza», continuó al hablar de su personaje y el de la otra protagonista, Mariana Treviño.
La historia gira en torno a las dos amigas, cuyas vidas están en caos a raíz de que tanto ellas como sus maridos y amigos entran en lo que llaman la «midlife crisis» o crisis de la mediana edad.
«El tener a Mariana como Remedios fue increíble. Tenía unas ganas increíbles de volver a trabajar con ella», indicó.
Al único que no conocía entre el elenco estelar de la serie, que se estrena este martes 28 de abril en Estados Unidos a través de la Telemundo, era al actor argentino David Chocarro, pues el otro protagonista, Erick Elías, había sido su compañero en tres proyectos anteriores.
Además, «yo venía de cosas muy intensas. Lo último que había hecho era ‘Medea’ en teatro», indicó en referencia a la tragedia de Eurípides.
REIR en MIAMI
«Cuando me enteré del proyecto, la productora y el elenco me dije: ‘pues vámonos a reirnos un rato a Miami'», contó también la actriz sobre sus razones para aceptarlo. Y tuvo razón.
Las risas abundaron en el set, donde hizo una mancuerna «inmediata» con sus compañeros, un elenco que incluye, entre otros, a Sylvia Sáenz, Héctor Suárez Gomís, Humberto Zurita o la argentina Carla Peterson, quien protagonizó la versión original.
«Aprendí mucho con ella, pero además es divertidísima», afirmó la actriz, quien reconoció que lo que más la sorprendió fue que ambas comparten el sentido del humor, los gustos e incluso, hoy en día, el estilo de cabello.
De hecho, Salas reconoció que le costó al principio acceder a las insistencias de los productores de que se decolorara su cabellera castaña. «Ser rubia es mucho más difícil», reconoció entre risas.
PERO LE QUEDÓ UNA FRUSTRACIÓN
Lo único que lamenta Salas de toda esta experiencia, de la que se declaró «muy orgullosa», es que no llegó a completar la serie.
«Es una gran frustración. Tener que dejar todo porque te van a cerrar la frontera fue muy difícil»» manifestó al recordar como viajó de Miami a México con sus hijos, ante las medidas tomadas por la Casa Blanca a mediados de marzo, cuando se incrementaron los contagios por el coronavirus.
«Espero poder terminar. Si no, sé que la van a editar de una forma que le dé satisfacción al público», afirmó.
Ya en casa, Salas se encontró con la suspensión de los Premios Platino, para los que está nominada por su rol protagónico en «Las niñas bien», una película que describe como «muy particular, donde se nota la voz muy contundente de la directora (Alejandra Márquez)».
La actriz ya tiene un Ariel, el Óscar de México, por su papel de Sofía. En el caso de los Platino, suspendidos por la pandemia, Salas comparte la nominación en la categoría de mejor interpretación femenina con la española Belén Cuesta, la brasileña Carol Duarte, y la argentina Graciela Borges.
CUARENTENA DISCRETA EN FAMILIA
Sus planes una vez terminadas las grabaciones de «100 días para enamorarnos» eran dedicarse a escribir una serie y pensó que el confinamiento le serviría para enfocarse en el proyecto.
Sin embargo, ahora está con sus dos hijos pequeños, que la tienen «agotada, cansadísima», unos detalles de su vida personal que rara vez deja que se cuelen a su vida pública, aunque no lo haga a propósito.
«No pertenezco a la cultura del escándalo, ni del chime. No es algo que consumo o propicio. Soy discreta no porque esté escondiendo nada. Mi vida es bastante discreta en general y los papeles que elijo no suelen ser los más populares en verdad. Son los que a mí me mueven. No es algo planeado», cerró.
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