San Quintín (México), 1 sep (EFE).- En la región de San Quintín, noroccidental estado mexicano de Baja California, durante todo el año las condiciones climáticas permiten el cultivo agrícola de diversos productos, pero la escasez de agua ha llevado a implementar tecnologías innovadoras y amigables con el ambiente para obtener el vital líquido, como la desalinización.
La sequía que padece esta región ha provocado que en San Quintín, de 1985 a 2015, la superficie destinada a la agricultura disminuyera de 28.000 a 7.889 hectáreas, una reducción del 72 % relacionada directamente con la falta de agua.
Por esta razón, la empresa BerryMex anunció recientemente la puesta en marcha de la primera planta desalinizadora de agua de mar en su tipo en América, que permitirá la irrigación integral de los campos de cultivo.
En entrevista con Efe, Ernesto Guevara, director de Desarrollo de Negocios de BerryMex, declaró que usar la tecnología moderna para desalinizar el agua permitirá dejar una huella ambiental positiva en la zona.
«Desalinizar el agua de mar es una tecnología que aborda dos cuestiones fundamentales. Primero, permite continuar con la producción agrícola de berries (bayas) en el Valle de San Quintín y, en segundo lugar, es una fuente alternativa de agua amigable con el medioambiente», expuso.
Indicó que todo comienza con la extracción de agua de mar que, en este caso, se realiza mediante pozos costeros, lo que permite que el líquido llegue con muy buena calidad porque la arena funciona como un filtro natural.
Pasa a los filtros que eliminan los sólidos en suspensión y por medio de un sistema de microfiltración se eliminan las partículas más pequeñas. En este punto, una bomba de alta presión obliga al agua a ingresar a través de membranas que separan el agua de la sal, produciendo agua limpia por un lado y una salmuera concentrada por el otro.
Guevara destacó que este proceso, denominado ósmosis inversa, fue diseñado para usar una fuente de agua marina para extraer la sal y obtener agua para operaciones agrícolas como resultado. «Este no es un proceso para obtener agua potable», indicó.
Actualmente la planta es alimentada parcialmente con paneles solares, con la expectativa a corto plazo de usar 100 % energía solar en todos sus procesos.
Esta instalación produce un flujo de 225 litros por segundo, y se espera que a mediano plazo aumentará su capacidad a 338 litros. Los residuos de agua de alta salinidad se inyectan al subsuelo a 130 metros de profundidad para que la tierra realice un proceso natural de decantado y el líquido regrese al mar sin afectar el ecosistema.
El ejecutivo mencionó que este tipo de innovación debiera ser un elemento esencial en las zonas desérticas que plantan productos comestibles. «No se trata solo de hacer que el trabajo sea más eficiente sino de buscar alternativas que brinden soluciones sustentables para ayudar a transformar el sector agrícola de México en un modelo comercial más sustentable», apuntó.
Relató que la planeación del proyecto se inició desde 2012, y que la razón de que tardara siete años en concretarse derivó de la necesidad de realizar análisis para encontrar el proyecto con el menor impacto ambiental posible en una zona desértica, los cuales se realizaron con parámetros por encima de los requisitos gubernamentales.
Existen proyectos similares en Israel y España; sin embargo, esta es la primera vez que opera una planta con un sistema de ósmosis inversa en Latinoamérica.
«Nos consideramos como pioneros de las nuevas tecnologías y alternativas que avanzarán en la industria agrícola y ecológica para los siguientes años. Nuestra planta de agua permitirá continuar con nuestras operaciones y obtener un aumento constante a largo plazo en nuestra superficie de siembra y producción en la región. Con el tiempo, esto generará aproximadamente 2.800 empleos agrícolas durante los próximos tres a cuarto años en el Valle de San Quintín», apuntó Guevara.
Finalmente, Willie Hedrick, vicepresidente de Operaciones de la empresa, indicó que «el crecimiento económico de San Quintín está íntimamente vinculado a la obtención sustentable del agua, dado que las zonas costeras de Baja California se caracterizan por un nivel bajo de precipitaciones».
El cultivo de berries ha colocado a México como uno de los epicentros internacionales de producción -segundo productor a nivel global-, con un valor de exportación que superó los 1.700 millones de dólares en 2016 y un crecimiento anual en el valor de las exportaciones de 17 % en la pasada década.