Israel busca normalizar sus relaciones diplomáticas con Arabia Saudí al considerar que eso representaría una «victoria» contra el grupo islamista Hamás, pero se rehúsa a ceder a las presiones internacionales para reconocer un Estado palestino y para aceptar un cese el fuego en la devastada Franja de Gaza.
«Normalizar las relaciones con Arabia Saudí sería claramente una victoria sobre lo que hizo Hamás», dijo el presidente israelí, Isaac Herzog, en la Conferencia de Seguridad de Múnich (Alemania).
Según el mandatario, Hamás -al igual que Irán- busca boicotear los esfuerzos para normalizar los nexos diplomáticos entre Israel y Arabia Saudí, con el objetivo de impedir una mayor integración del Estado judío entre los países árabes de Oriente Medio.
El ministro de Exteriores saudí, Faisal bin Farhan, aseguró en Múnich que los países árabes se han comprometido integrar a Israel en la región si se crea un Estado palestino, una propuesta que secundó el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, quien estimó que Israel «tiene una oportunidad extraordinaria» para garantizar su seguridad a largo plazo.
Pero Herzog dijo que su país está aún «traumatizado» por el ataque que Hamás perpetró el 7 de octubre y que dejó unos 1.200 muertos y 250 secuestrados, por lo que desestimó la posibilidad de abordar la creación de un Estado palestino en el corto plazo sin antes garantizar la seguridad de Israel.
«Hablar ahora de la solución de dos Estados, de un Estado Palestino, es una forma de dar, sin intención, una especie de crédito o premio a la guerra que Hamás inició. No quiero ser partícipe de ello», argumentó.
Esta posición fue reforzada por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien reiteró que no cederá antes «los dictados internacionales».
La solución de dos Estados al conflicto palestino-israelí «se logrará solo a través de negociaciones directas entre las partes, sin condiciones previas. Israel, bajo mi liderazgo, seguirá oponiéndose firmemente a un reconocimiento unilateral de un Estado palestino», dijo en conferencia de prensa, al estimar que tal reconocimiento supondría el «mayor premio al terrorismo».
Herzog, que en años anteriores había abogado por la solución de dos Estados, recalcó que eso «no pasará si no se encuentran soluciones reales a la cuestión de seguridad de los israelíes».
Israel se hizo con el control de los territorios palestinos de Cisjordania y Jerusalén este en 1967, y desde entonces mantiene una larga ocupación y colonización. Actualmente, esta región vive el peor pico de violencia desde la Segunda Intifada (2000-05).
La guerra sigue, las negociaciones se estancan
En tanto, el Ejército israelí mantiene su potente ofensiva por aire, tierra y mar a lo largo de la Franja de Gaza, donde ya suman 28.858 muertos y 68.677 heridos, la mayoría niños y mujeres, en casi cuatro meses y medio de guerra.
A esto se suman unos 7.000 desaparecidos bajo los escombros y unos dos millones -casi la población total- de desplazados que sobreviven en medio de una crisis humanitaria sin precedentes, entre el colapso de los hospitales, el brote de epidemias, y la persistente escasez de agua potable, alimentos, medicinas y electricidad.
La comunidad internacional hace cada vez más presión para instaurar un cese el fuego que permita aliviar las condiciones de los civiles en la devastada Gaza, así como la liberación de los más de cien rehenes vivos que Hamás aún mantiene cautivos.
Estados Unidos -principal socio y proveedor de armas de Israel-, Catar y Egipto son los mediadores para intentar que ambas partes pacten una tregua, pero el primer ministro catarí, Mohamed bin Abderrahman Al Thani, advirtió que las negociaciones «no progresan como se esperaba», y que «el patrón en los últimos días no es muy prometedor».
Netanyahu culpó este sábado a Hamás de imponer «requisitos alucinatorios», mientras que el líder político del grupo islamista, Ismael Haniye, insistió en que no aceptará un acuerdo si el Ejército israelí no cesa su ofensiva y se retira de Gaza.
Netanyahu reiteró además su intención de llevar a cabo una incursión militar terrestre en Rafah, una ciudad en el extremo sur de Gaza donde se aglutina la mayoría de los desplazados en condiciones paupérrimas.
«Israel luchará hasta alcanzar una victoria total. Sí, eso incluye también una acción en Rafah», dijo el primer ministro, al asegurar que primero evacuará todos los civiles.
La presión por un cese el fuego no solo viene de la esfera internacional, sino también de las propias calles israelíes.
Miles de personas se manifestaron este sábado en Tel Aviv y otras ciudades para exigir a Netanyahu que acepte un pacto con Hamás que incluya la liberación de los rehenes. Además, crecen las protestas antigobierno que exigen la dimisión del primer ministro y la convocatoria de nuevas elecciones. EFE