CIUDAD DE MÉXICO, marzo 21 (EL UNIVERSAL).-
Lo que pasaba en el tramo final de la parte baja del octavo inning era lo de menos para la multitud, porque miles de ojos apuntaban al bullpen de Japón, donde el «fenómeno» calentaba para buscar algo que nunca había conseguido como profesional: un salvamento.
Shohei Ohtani es la más grande estrella del beisbol actual y lo dejó claro en el escenario de mayor relevancia, porque subió al centro del diamante para preservar la victoria nipona sobre Estados Unidos (3-2) y darle a su selección el tercer título en el Clásico Mundial.
Emocionante cierre en el IoanDepot Park, con Ohtani como gran figura. En la actual edición del evento había ganado partidos, conectado cuadrangulares y producido carreras. Le faltaba salvar un juego… Y lo hizo, no sin antes sufrir, porque su cuadro le ayudó con una espectacular doble matanza.
Y todo terminó con un relampagueante ponche sobre Mike Trout, quien es su compañero en los Angels de Los Ángeles.
Dorado capítulo en la carrera de Shohei, quien derramó lágrimas tras conseguir el out 27. Fue el néctar de la gloria.
No produjo carrera en la final, ese rol fue para Munetaka Murakami y Kazuma Okamoto, cuyos jonrones marcaron la diferencia para un equipo que tuvo pleno de victorias en el Clásico Mundial (siete victorias en igual número de presentaciones), y que cuenta con ese fuera de serie que ayer volvió a comprobar que no es terrenal.