Madrid, 24 ene (EFE).- El Atlético de Madrid recibe en el Wanda Metropolitano la visita del Leganés con la necesidad de ganar para despejar las dudas que han podido quedar después de la eliminación en dieciseisavos de final de la Copa del Rey a manos de la Cultural Leonesa.
Ese tropiezo en el torneo ha hecho que algunos recuerden épocas pasadas, cuando los resultados no acompañaban y al equipo le costaba no solo seguir la estela de otros ‘grandes’ sino también lograr la clasificación para competiciones europeas.
Todo ello cambió con la llegada al banquillo de Diego Pablo Simeone pero no es menos cierto que antes de él hubo un hombre que ayudó al club a volver a creer en sí mismo. Se trata del mexicano Javier Aguirre.
El ahora técnico del Leganés, a donde llegó con la temporada empezada tras la salida de Mauricio Pellegrino y de Luis Cembranos, se hizo cargo de la entidad colchonera en el año 2006. Por entonces esta quería dar un salto y asentarse en la elite tras olvidar el drama del paso por la categoría de plata del fútbol español.
Como aval ‘el vasco’ presentaba su impresionante trayectoria en un equipo como el Osasuna, al que había llevado a disputar la previa de la Liga de Campeones tras dejarle el ejercicio anterior como cuarto clasificado. No solo eso sino que además pudo alcanzar la final en una edición de la Copa del Rey.
Tras entenderse, ambas partes decidieron iniciar un vínculo que en principio solo fue por una temporada y vivió su primer episodio oficial con un duelo en Santander donde vencieron por 0-1 al Racing gracias a un gol de Fernando Torres.
El ariete era el principal referente ofensivo y moral de una entidad que ya había parecido encontrar su relevo en las figuras de Sergio ‘Kun’ Agüero y de Diego Costa, recién llegados ambos en aquel mercado estival aunque el segundo se marchó cedido.
Junto a ellos en la plantilla aparecían nombres como Luis Amaranto Perea, Leo Franco, Costinha, Miguel Ángel Ferrer ‘Mista’ o un Gabi Fernández con quien el mexicano volvería a coincidir en el Zaragoza más adelante.
Asimismo se encontraba también en nómina el arquero Iván ‘Pichu’ Cuéllar y despuntaba en la cantera Rubén Pérez. Ambos están hoy de nuevo a sus órdenes en Butarque, si bien el segundo se perderá la cita por sanción.
La campaña empezó bien, con cuatro victorias y un empate en el Santiago Bernabéu durante los seis primeros partidos ligueros. Posteriormente los madrileños encadenarían malas rachas puntuales con otras mejores para acabar séptimos en la tabla. El Osasuna, mientras, sería el verdugo de su ex entrenador en los octavos de la Copa del Rey.
Más lejos, hasta cuartos, llegarían en la 2007-2008 antes de ser eliminados por el Valencia. Sin embargo no fue ni de lejos el mayor logro de aquel Atlético, que ya sin Torres pero con Forlán o Raúl García comenzó el curso logrando el pasaporte para la Copa de la UEFA vía Intertoto.
Lo que hoy parece un premio menor, por entonces no lo era tanto en la medida en que el club no se paseaba por el Viejo Continente desde la 1999-2000. Superadas las primeras rondas y la fase de grupos, el Bolton Wanderers acabaría cortándoles las alas en dieciseisavos.
Por bueno lo dio el cuadro rojiblanco, cuya principal aspiración era retornar a la Liga de Campeones. Pese a ser una campaña repleta de partidos, el objetivo terminó por cumplirse al finalizar en cuarto lugar de la tabla por encima de un Sevilla que los igualó a puntos.
A ese avance le dio continuidad logrando el pase definitivo a la máxima competición continental después de eliminar al Schalke 04 alemán. No solo eso sino que fue capaz de terminar segundo en la fase de grupos por detrás del Liverpool y por delante del Olympique de Marsella y del PSV Eindhoven.
Por desgracia para Aguirre no llegaría a disfrutar desde la banda de los octavos de final contra el Oporto ya que previamente había sido destituido tras una racha de seis partidos sin ganar, entre ellos dos de Copa del Rey contra el Barcelona. Pese a ello el vestuario se recompuso y acabó repitiendo el cuarto lugar.
De esta manera puso fin a su etapa con un balance de 127 encuentros dirigidos de los que ganó sesenta, empató treinta y perdió treinta y siete. Más allá de las cifras, lo que quedó fue la sensación de que había dejado al Atlético en el camino correcto hacia lo que es hoy en día.
Sin rencor, ahora espera dar la sorpresa y sacar tres puntos clave en la lucha por la salvación. Será en un estadio que nunca ha llegado a pisar como técnico, pues la suya fue una historia labrada en el Vicente Calderón.
Carlos Mateos Gil