Berlín, 26 feb (EFE).- El actor español Javier Bardem, uno de los rostros más esperados de esta Berlinale, reconoce que uno de los mayores sacrificios que ha tenido que hacer durante su carrera como actor está relacionado con su privacidad, a la que no está dispuesto a renunciar.
«A veces dices, vale, este es el precio a pagar, pero no, no hay precio a pagar. Voy al set, me pagan por lo que hago y eso es lo que tengo que dar y de lo que soy responsable, intentar dar lo mejor delante de la cámara o en el escenario», dice el actor en una mesa redonda con periodistas extranjeros.
Cuando acaba su trabajo, agrega, nadie tiene ningún derecho sobre él.
«En ningún manual dice que tengas que renunciar a tu privacidad por ser actor. ¿Dónde lo pone? ¿Dónde está el contrato que dice que tienes que asumir la interrupción de tu privacidad por hacer películas?», pregunta, y en ese sentido asegura que seguirá luchando por ella.
Lamentablemente la cosa va a peor, señala, porque «todo el mundo tiene un teléfono móvil».
Había una época en el que intentaba seguir lo que se publicaba sobre él, pero decidió que era una pérdida de tiempo y que mejor estaría leyendo un libro, viendo una película o hablando con amigos, así que se dijo que ya era «suficiente».
Y «para eso están los abogados», agrega, y entones es cuando contratas «no a una, sino a muchas personas» para que lean por ti y te avisen si ven algo lo «suficientemente malo».
MIERDA, MENTIRAS, MANIPULACIÓN Y ‘FAKE NEWS’
«Es una locura, la cantidad de mierda, de mentiras, de manipulación y de ‘fake news’ que invaden todo, incluso los periódicos más importantes, que antes eran como un símbolo de buen periodismo», criticó.
Habla desde la experiencia propia, señala, de cosas escritas sobre él, ante las que sólo puede exclamar «menuda mentira» y preguntarse «cómo es que este periodista no ha tenido el valor de hacer lo que se supone que tiene que hacer, que es contrastar» la información.
«¿Es solo porque lo escribe en Twitter? Vale, pues eso es muy malo para el periodismo», subraya.
Otra de las facetas conocidas del actor es la de activista medioambiental, una preocupación que le llevó a embarcarse en el rompehielos de Greenpece «Arctic Sunrise» junto a su hermano Carlos para conocer los frágiles ecosistemas del océano Antártico y reclamar su protección, experiencia de la que surgió el filme «Santuario».
Bardem celebra que el documental, dirigido por Álvaro Longoria, recibiera el pasado domingo el premio a la mejor película medioambiental en la gala de la organización Cine por la Paz, que se celebra de forma paralela a la Berlinale.
Cuando hizo el documental, cuenta, estaba sobre ese rompehielos en manga corta, y aunque era verano, eso «es malo» si se tiene en cuenta que estaba en el océano Ártico.
EMERGENCIA CLIMÁTICA NO ES FICCIÓN, ESTÁ PASANDO
«Hay algo que va realmente mal. Y ves que recogen agua y está llena de microplásticos. Y eso no es ficción, está pasando, así que ojalá podamos revertirlo», dice.
Su trabajo conlleva estar en muchos lugares a la vez, reconoce, y lamentablemente no le queda otra que volar.
«Pero tenemos muchas responsabilidades como individuos. Necesitamos a la gente que sabe cómo cambiar este jodido mundo y para eso necesitamos que los políticos se junten y le den a esta urgencia climática lo que se merece, que no es otra cosa que prioridad», exige.
No sabrá cambiar la manera en que volamos, dice, pero está seguro de que ahí fuera hay gente que si se invierte el dinero y el tiempo suficiente, hallará la manera de hacer vuelos transoceánicos sin huella de carbono.
Mientras tanto, dice, «hacemos lo que podemos, pero es lamentable que todo esto no parece que esté mejorando», y recuerda que en la pasada cumbre climática (COP25) celebrada en diciembre en Madrid no se llegó a ninguna solución ni a ningún acuerdo.
«¿Qué más necesitan? Estar a 20 grados centígrados en el océano Ártico es muy gordo», zanja.
Bardem habla también sobre la película «The Roads Not Taken», de Sally Potter, que presenta hoy en la Berlinale y en la que interpreta a un hombre roto marcado por la demencia.
Es un desafío hacer el papel de un hombre que lo ha perdido todo, «porque cuando pierdes la cordura lo has perdido todo», dice.
Por Elena Garuz