Madrid, 9 nov (EFE).- Javier Camarena decía que veía improbable que se lo pidieran y que de ser así que pudiera hacerlo porque llevaba un mes con alergia, pero cuando esta noche ha cantado «Una furtiva lágrima» en «L’elisir d’amore» en el Real, el teatro entero le ha reclamado con sus aplausos el bis y él ha accedido.
Camarena se ha convertido así esta noche en el único intérprete que ha hecho en el Real en cuatro ocasiones distintas un bis en una función de ópera y solo otro artista, el barítono italiano Leo Nucci, ha cantado un bis en ese teatro, aunque «únicamente» dos veces, con «Si, vendetta» de «Rigoletto».
El mexicano (Veracruz, 1979), que solo interpreta esta función del montaje de «L’elisir d’amore» estrenado el pasado 29 de octubre, ha salido al escenario a las 22:10, vestido con sudadera y pantalón corto, a cantar el famoso aria y según ha terminado ha comenzado un estruendo de aplausos y «bravos» que ha durado casi cinco minutos.
Finalmente, el tenor se ha sonreído, ha mirado al director de la orquesta, Gianluca Capuano, ha asentido y ha comenzado de nuevo a cantar la pieza de Donizetti.
La función ha sido muy especial, además de histórica, porque cuando Sabina Puértolas, en el papel de Adina, y él han cantado el dueto en el que se declaran su amor, el público ha interrumpido la función dedicándoles una larguísima ovación mientras ellos se abrazaban felices en el suelo, por el que habían rodado «haciendo la croqueta», y luego de pie.
El cantante debutó en el Real en 2014 con «La fille du regiment», y protagonizó dos históricos bises en el aria «Ah! mes amis, quel jour de fete», y se lo pidieron de nuevo en el sexteto de «Lucia di Lammermor» en 2018.
«Hacer un bis es el climax de la relación entre el cantante y el personaje con el público», aseguraba el artista esta semana en declaraciones a EFE pero matizaba que llevaba un mes «batallando con alergias y con una inflamación de los cornetes» y en ese momento lo veía «improbable».
Un bis, explicaba, es «una conexión mágica, un momento extraordinario. Al tocar las fibras más sensibles constatas que la ópera sigue teniendo ese poder de conmover y emocionar al público».
El artista debutó en el papel de Nemorino de «L’elisir» en México en 2005, en español, la hizo de nuevo, ya en italiano, en Viena, y luego en el Liceo de Barcelona, así que esta ocasión ha sido la cuarta en la que lo canta.
«Me han pedido muy poco hacer este rol, que me encanta. Es la primera ópera que me aprendí entera de estudiante. Tengo un cariño muy especial a Nemorino», explicaba.
El «plusmarquista» absoluto de «bises» en el Real ha comenzado esta noche «el mes Camarena» porque a esta función de «L’elisir» le seguirá una gala benéfica el día 13 y la ópera que protagonizará entre el 30 de noviembre y el 20 de diciembre, «Il pirata», de Bellini, un título en el que debuta y que es, decía, «casi imposible de cantar» por la cantidad de sobreagudos que tiene.
El Real estrenó en 2013 la versión de Damiano Michieletto de «L’elisir» y desde entonces su atrevimiento «destroyer» ha sido un éxito por donde ha pasado a la vez que se ha ido «mejorando».
El marco «extremadamente pasado de rosca» que propone Michieletto es bufonesco al máximo pero está habitado por personajes reales, con sentimientos veraces, «de amor del bueno», y al tiempo que hacen reír, emocionan.
La ópera, una coproducción con el Palau de las Arts de Valencia, exhibe ahora en escena soluciones «más finas» para la playa que pensaron en un comienzo, en la que no faltaba absolutamente nada, incluido un tobogán de agua.
Pero el montaje de ahora está muy lejos de ser minimalista porque, además de un jeep, una moto, botes gigantes de bebidas energéticas, un chiringuito, palmera, ducha con agua, sombrillas y hamacas, saca en el segundo acto una tarta hinchable gigante que llenan de espuma.