Los Estados Unidos viven su momento más convulso en décadas. Millones de contagiados de coronavirus, decenas de miles de muertos por el virus y un país de cabeza por las justas y legítimas protestas de decenas de miles de personas enfurecidas por el cobarde asesinato de George Floyd a manos de un policía de Minneapolis. Y todo esto a sólo cinco meses de que los estadounidenses elijan o reelijan a su presidente. Hasta antes del crimen contra Floyd, la reelección de Trump parecía ir a la deriva, pues el presidente había perdido el control, no sólo del virus que rebasó terriblemente al que se supone es el gobierno más poderoso del mundo, sino de la narrativa del país, que siempre había dominado el magnate. Ahora con las protestas, con los toques de queda y con todo lo que está pasando, por irónico que parezca, Trump está nuevamente en el centro del debate, con una parte de la narrativa bajo su control y con un país sumamente dividido, que es como a él le sirve, para poder aspirar a reelegirse. Donald Trump, como ya se ha dicho tantas veces, crece en la polémica, en la crispación y en el enfrentamiento. Sin ellas no hubiese llegado a la Casa Blanca. Por eso cabe preguntarse, ¿le resultará en esta ocasión la división?, ¿podrá Trump aprovechar de nuevo la enorme crispación a la que él mismo está abonando para durar otro período en el gobierno?, ¿logrará mantener el control de parte de la narrativa, o será que las protestas y la indignación por el asesinato de Floyd y por el racismo sistémico en EUA terminarán por arrasarlo todo, incluido a él? Ahora bien, si no es Trump será Joe Biden. No hay de otra. Hay que decir que el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos no aprovechó la crisis del coronavirus para posicionarse él y posicionar su agenda. Lo más destacable que hizo fue ponerse hace dos semanas un cubrebocas negro que ni siquiera supo colocarse bien. Pero las circunstancias le dan una segunda oportunidad. Por eso podría decirse que política y electoralmente hablando éste es el momento de Joe Biden. Es ahora o nunca. El ex-vicepresidente tiene que encontrar la forma de meterse en el debate y en el conflicto que ahora mismo se desarrolla en su país. Tiene que mostrarse como un líder que una, no que divida, que resuelva los conflictos, no que los genere o los aliente, tiene que mostrarse como una voz fuerte e implacable contra el racismo, sin medias tintas. Biden no puede ser ahora mismo tibio, ni puede aislarse. Tiene que estar, insisto, en el centro del debate, porque si no es Trump será él. Así de sencillo. Un aspecto clave para que Joe Biden haga ruido y acapare los focos de atención en medio de tanto ruido será la elección de la que habrá de ser su compañera de fórmula a la vicepresidencia. Se habla de dos fuertes candidatas, ambas mujeres de raza negra. Ya va siendo hora que la elija y que la lance al ruedo. Es, reitero, su momento.