México, 7 dic (EFE).- Después de varios años entre los tres mejores saltadores desde 27 metros del mundo, el mexicano Jonathan Paredes mantiene su obsesión por superarse a sí mismo, lo cual lo ha llevado a incluir rutinas de ballet en sus entrenamientos.
«Empecé a meter ballet en mis programas por recomendación de mi esposa, Noelia Villarroel, quien baila flamenco. Me ayuda en la flexibilidad, en la elasticidad y a tener buenas puntas. Al incluirlo empecé a notar que tenemos mucho en común el baile y los clavados», asegura Paredes en entrevista a Efe.
Se trata de uno de los deportistas mexicanos de resultados más estables en el circuito mundial en el año 2019, que terminó en segundo lugar en la Red Bull World Series y ganó medalla de bronce en los Mundiales de natación de Gwangju, Corea.
«Noelia es madrileña, la conocí en un show en Alemania, ella bailaba y yo hacía clavados; he mejorado con las posturas de ballet, aunque no bailo porque no lo necesito para saltar», confiesa el mexicano, una especie de bailarín diferente, en el piso 27 de la competición de saltos.
Si su deporte fuera olímpico, Jonathan sería una carta segura de su país en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, pero no se envenena con la idea de lo imposible porque no depende de él que incluyan los saltos de altura en la máxima competencia del mundo.
«Ni pienso en eso, se ha especulado que sí, luego que no y es como si tuvieras una chica que te anda mareando y pierdes el interés por ella. Si llega, seré la persona más feliz, sino sigo disfrutando mi deporte», asegura.
Cuando se sube a la plataforma a 27 metros de altura, Paredes suele adoptar pose de artista. Sus ejecuciones de elevado grado de dificultad son casi perfectas, parece concentrado, sin embargo pocos imaginan que en esos instantes está muerto de miedo.
«Es inevitable. Hay un miedo en general, un miedo porque me puedo matar, de preguntarme qué estoy haciendo ahí, pero de repente estás ganando la competencia y dices, te estás cagando de miedo pero concéntrate; ese miedo no lo puedo explicar», confiesa.
A los 30 años, Paredes acaba de sumar su quinto podio consecutivo en la Serie Mundial que ganó en el 2017, lo cual lo coloca entre los grandes de la historia en su deporte y en condiciones de retar a Hunt, el mejor de todos.
«Hunt no es una piedra en el zapato, es un reto, un referente. Para crecer tengo dos opciones, aumentar el grado de dificultad o ser perfecto siempre, el margen es pequeño», reconoce.
A día de hoy, Paredes recibe buenas notas de los jueces con sus cuatro vueltas al frente con un giro y medio, pero está disconforme y planea perfeccionar las cuatro al frente con dos giros y medio para elevar la dificultad de sus rutinas.
A los 30 años combina experiencia con juventud y calcula estar mucho tiempo en los clavados, sin embargo no mira adelante y por ahora solo se concentra en la temporada 2020 en la que retará en la Serie Mundial y la Copa del Mundo al favorito Hunter, a quien ya le ha ganado algunas veces.
«He encontrado un punto de equilibrio en mi vida personal y deportiva. Eso me ayuda en las competencias. Cuando logras la estabilidad todo fluye; vivo en Madrid con mi mujer, tengo una vida buena en España, un país cálido donde no necesitas citas para visitar a los amigos y no cambio nada de lo que tengo», asegura.